Page 256 - Libro Orgullo y Prejuicio
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únicamente  al  estado  de  su  querida  Charlotte,  y  a  su  esperanza  de  tener  un
      retoño.  Pero,  Elizabeth,  parece  que  no  te  ha  divertido.  Supongo  que  no  irías  a
      enojarte y a darte por ofendida por esta imbecilidad. ¿Para qué vivimos si no es
      para entretener a nuestros vecinos y reírnos nosotros de ellos a la vez?
        —Sí, me he divertido mucho —exclamó Elizabeth—. ¡Pero es tan extraño!
        —Pues  eso  es  lo  que  lo  hace  más  gracioso.  Si  hubiesen  pensado  en  otro
      hombre, no tendría nada de particular; pero la absoluta indiferencia de Darcy y
      la profunda tirria que tú le tienes, es lo que hace el chiste. Por mucho que me
      moleste escribir, no puedo prescindir de la correspondencia de Collins. La verdad
      es que cuando leo una carta suya, me parece superior a Wickham, a pesar de
      que tengo  a  mi  yerno  por el  espejo  de  la desvergüenza  y  de  la  hipocresía.  Y
      dime,  Eliza,  ¿cómo  tomó  la  cosa  lady  Catherine?  ¿Vino  para  negarte  su
      consentimiento?
        A esta pregunta Elizabeth contestó con una carcajada, y como su padre se la
      había  dirigido  sin  la  menor  sospecha,  no  le  importaba  que  se  la  repitiera.
      Elizabeth no se había visto nunca en la situación de fingir que sus sentimientos
      eran lo que no eran en realidad. Pero ahora tuvo que reír cuando más bien habría
      querido  llorar.  Su  padre  la  había  herido  cruelmente  al  decirle  aquello  de  la
      indiferencia de Darcy, y no pudo menos que maravillarse de la falta de intuición
      de su padre, o temer que en vez de haber visto él demasiado poco, hubiese ella
      visto demasiado mucho.
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