Page 73 - Libro Orgullo y Prejuicio
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compadezco,  señorita  Eliza,  por  este  descubrimiento  de  la  culpabilidad  de  su
      favorito; pero en realidad, teniendo en cuenta su origen, no se podía esperar nada
      mejor.
        —Su culpabilidad y su origen parece que son para usted una misma cosa —le
      dijo Elizabeth encolerizada—; porque de lo peor que le he oído acusarle es de ser
      hijo  del  administrador  del  señor  Darcy,  y  de  eso,  puedo  asegurárselo,  ya  me
      había informado él.
        —Le ruego que me disculpe —replicó la señorita Bingley, dándose la vuelta
      con desprecio—. Perdone mi entrometimiento; fue con la mejor intención.
        « ¡Insolente! —dijo Elizabeth para sí—. Estás muy equivocada si piensas que
      influirás  en  mí  con  tan  mezquino  ataque.  No  veo  en  él  más  que  tu  terca
      ignorancia y la malicia de Darcy.»
        Entonces miró a su hermana mayor que se había arriesgado a interrogar a
      Bingley sobre el mismo asunto. Jane le devolvió la mirada con una sonrisa tan
      dulce,  con  una  expresión  de  felicidad  y  de  tanta  satisfacción  que  indicaban
      claramente que estaba muy contenta de lo ocurrido durante la velada. Elizabeth
      leyó  al  instante  sus  sentimientos;  y  en  un  momento  toda  la  solicitud  hacia
      Wickham, su odio contra los enemigos de éste, y todo lo demás desaparecieron
      ante la esperanza de que Jane se hallase en el mejor camino hacia su felicidad.
        —Quiero saber —dijo Elizabeth tan sonriente como su hermana— lo que has
      oído  decir  del  señor  Wickham.  Pero  quizá  has  estado  demasiado  ocupada  con
      cosas más agradables para pensar en una tercera persona… Si así ha sido, puedes
      estar segura de que te perdono.
        —No —contestó Jane—, no me he olvidado de él, pero no tengo nada grato
      que  contarte.  El  señor  Bingley  no  conoce  toda  la  historia  e  ignora  las
      circunstancias que tanto ha ofendido al señor Darcy, pero responde de la buena
      conducta,  de  la  integridad  y  de  la  honradez  de  su  amigo,  y  está  firmemente
      convencido  de  que  el  señor  Wickham  ha  recibido  más  atenciones  del  señor
      Darcy de las que ha merecido; y siento decir que, según el señor Bingley y su
      hermana, el señor Wickham dista mucho de ser un joven respetable. Me temo
      que  haya  sido  imprudente  y  que  tenga  bien  merecido  el  haber  perdido  la
      consideración del señor Darcy.
        —¿El señor Bingley no conoce personalmente al señor Wickham?
        —No, no lo había visto nunca antes del otro día en Meryton.
        —De modo que lo que sabe es lo que el señor Darcy le ha contado. Estoy
      satisfecha. ¿Y qué dice de la rectoría?
        —No  recuerda  exactamente  cómo  fue,  aunque  se  lo  ha  oído  contar  a  su
      amigo más de una vez; pero cree que le fue legada sólo condicionalmente.
        —No  pongo  en  duda  la  sinceridad  del  señor  Bingley  —dijo  Elizabeth
      acaloradamente—, pero perdona que no me convenzan sus afirmaciones. Hace
      muy bien en defender a su amigo; pero como desconoce algunas partes de la
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