Page 73 - Frankenstein, o el moderno Prometeo
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dispuesta a envolverme. Su victoria se anunciaba por una inusitada tranquilidad y
alegría del alma que siguieron al abandono de mis antiguos y últimamente
atormentadores estudios. Así fue como aprendí a asociar el mal con su prosecución, y
la felicidad con su desprecio.
Aquel fue un esfuerzo enorme del espíritu del bien, aunque resultó inútil. El
destino era demasiado poderoso, y sus leyes inmutables habían decretado mi absoluta
y terrible destrucción.
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