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                médico de la familia -también masón-, y dos hermanos de Daniel, organizaron
                su salida de España.

                      El Doctor Posadas ayudó a mi padre a moderar su depresión y a mi madre
                a manejar ese embarazo de cinco meses para que pudiera hacerse cargo de lo
                que venía. En la noche del 28 al 29 de agosto de 1936 este médico manejó para

                llevarlos desde Algeciras hasta Gibraltar. Tenía que regresar a su consultorio lo
                más pronto posible para no llamar la atención y lo hizo cuando, tan pronto se
                abrió la barrera en la madrugada, Daniel y Clotilde entraron a territorio inglés.
                El precario salvoconducto que le habían conseguido a él y el pasaporte oficial
                de la República Argentina de ella les permitieron subir al transbordador que los

                llevaría a la ciudad internacional deTánger, en la otra orilla del estrecho, al nor-
                te de África. Comenzaban
                su  exilio  como  testigos
                impotentes  de  la  puja  en-
                tre ejércitos de hermanos.

                Mediterráneo  y  Atlántico
                se tragaban su vida, de la
                que  les  quedaba  sólo  el
                contenido de una pequeña

                maleta de cuero marrón.



                     EN TÁNGER
                      Se  establecieron  en  una  pensión,  que  pagaban  con  las  libras  esterlinas

                reunidas por la familia de Clotilde en Madrid y que a través de compañeros mi-
                litares de tío Pepe, habían llegado a Algeciras a tiempo. Durante toda esta eta-
                pa, y más adelante también, la capacidad de Clotilde de aceptar la realidad y el
                pragmatismo nacido de su tragedia personal infantil, fueron esenciales para re-
                organizar, aunque en forma mínima, un día a día aceptable. Daniel estaba ano-

                nadado, lo de su padre lo había deshecho y todavía no entendía que no podrían
                volver a España. Además, no tenían nada material, excepto aquellas libras es-
                terlinas que durarían pocos meses.

                El 2 de diciembre de 1936 se inauguró en Tánger el Grupo Escolar M.B. Cos-
                sio, construido en terrenos de la Legación de España con el aporte de donativos
                de refugiados con economías robustas y de la colonia española en general esta-

                blecida tiempo atrás. Gran parte de los cuatrocientos alumnos eran hijos de mi-
                licianos que se hallaban en el frente luchando por la República. “Estos niños en
                especial deben ser alimentados, vestidos y calzados con el máximo cuidado”,



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