Page 166 - Auge y caída del antiguo Egipto
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produjo  a  continuación  y  la  expulsión  del  leal  gobernador  de  los
               heracleopolitanos:  «Caí  sobre  Abedyu,  que  estaba  bajo  [el  control  de]  un

               rebelde.  Le  obligué  a  marcharse  a  su  reino  desde  el  centro  de  la  ciudad».      10

               Resulta revelador que el lenguaje de los tebanos con respecto a la monarquía
               pasara  de  la  rivalidad  a  la  restauración:  la  argumentación  a  favor  de  la

               hegemonía tebana podía hacerse parecer mucho más convincente si se tildaba de

               «rebelde» a la dinastía heracleopolitana (que se consideraba la legítima sucesora

               de la monarquía del Imperio Antiguo). La expansión tebana podía presentarse
               entonces como la reparación de una afrenta al orden establecido. Representar el

               poder como un acto de piedad fue siempre uno de los trucos favoritos de los

               propagandistas del antiguo Egipto.
                  Para reforzar su victoria militar, los tebanos impusieron tributos a toda Taur y

               se llevaron los ingresos a Tebas. Alentado por este éxito, Intef II aprovechó su

               control  sobre  Abu  para  avanzar  hacia  el  sur,  penetrando  en  la  Baja  Nubia  y

               restableciendo la autoridad egipcia en las tierras situadas más allá de la primera
               catarata por primera vez en más de un siglo. El avance tebano parecía imparable.

                  Sin  embargo,  los  acontecimientos  tienen  la  costumbre  de  volverse  contra

               aquellos que se creen invencibles. En Sauty, en el Egipto Medio, una familia de
               nomarcas  que  mantenía  unas  relaciones  especialmente  estrechas  con  los

               gobernantes  heracleopolitanos,  alzó  el  estandarte  de  las  fuerzas  leales  para

               luchar contra los arribistas tebanos. En los días anteriores a la guerra civil, Sauty
               había  estado  gobernada  por  un  hombre  llamado  —en  honor  a  su  soberano—

               Jety.  Había  sido  introducido  en  los  círculos  regios  como  «pupilo  del  rey»,  e

               incluso  había  recibido  clases  de  natación  junto  con  los  reales  infantes.  Tras
               acceder a su alto cargo, Jety se había dedicado a mejorar las condiciones de la

               gente, encargando amplias obras de regadío en toda la provincia para aliviar los

               peores  efectos  de  la  hambruna:  «Dejé  ir  la  inundación  sobre  los  viejos

               montículos … Todo el que tenía sed tuvo la inundación que su corazón deseaba.
               Di agua a sus vecinos para que estuviera contento con ellos».          11

                  El sucesor de Jety, Itibi, se encontró ante un reto todavía mayor, la agresión
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