Page 169 - Auge y caída del antiguo Egipto
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raro relato del momento de la sucesión, redactado por el tesorero del rey, Tyety,
               hace pensar en una transición tranquila de un reinado al siguiente: «El Doble

               Rey, Hijo de Ra, Intef, que como Ra vive para siempre … partió en paz hacia su

               horizonte. Ahora que su hijo había pasado a ocupar su lugar … yo le seguí».                 14
               En  realidad,  el  nuevo  rey,  Intef  III,  no  iba  a  disfrutar  más  que  de  un  breve

               reinado  de  ocho  años  (2018-2010).  El  dominio  tebano  de  los  desiertos  se

               traducía en tributos que se cobraban a «los gobernantes de la Tierra Roja» (los

               caudillos del desierto), y la hambruna que había asolado al Alto Egipto durante
               más  de  cincuenta  años  parecía  haber  llegado  a  su  fin.  Pero,  mientras  que  la

               economía prosperaba, el curso de la guerra se estancaba. Puede que se hubiera

               impuesto una precaria tregua en el campo de batalla; el dominio tebano en las
               ocho provincias más meridionales era absoluto, y el control heracleopolitano del

               Medio  y  el  Bajo  Egipto  seguía  siendo  incuestionable.  Y  así  podría  haber

               continuado fácilmente de no haber sido por el hecho de que una nación dividida

               era una especie de anatema para la cosmovisión del antiguo Egipto. Cualquier
               rey digno de tal nombre tenía que ser «señor de las Dos Tierras», y no un mero

               potentado de provincias.





               REUNIFICACIÓN Y REPRESIÓN


               El  enfrentamiento  definitivo  no  tardaría  en  llegar.  A  Intef  III  le  sucedió  un

               gobernante  joven  y  dinámico  que  había  heredado  las  dotes  tácticas  y  la

               determinación de su abuelo. De hecho, el nuevo rey, Mentuhotep, había recibido
               su nombre de el del dios de la guerra tebano, Montu, y estaba decidido a hacer

               honor a ello. Como nombre de Horus, eligió la expresión «Sanj-ib-tauy», «el que

               vivifica el corazón de las Dos Tierras», lo que señalaba claramente su primordial
               aspiración a reunificar Egipto.

                  Mentuhotep tuvo una enorme ayuda en el malestar que reinaba en territorio

               enemigo.  El  nuevo  nomarca  de  Sauty,  Jety  II,  estaba  encontrando  una  fuerte
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