Page 170 - Auge y caída del antiguo Egipto
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oposición en su provincia. Solo una demostración de fuerza por parte de la
corona y la asistencia personal del rey heracleopolitano Merikara permitirían que
la toma de posesión del gobernador siguiera adelante. La población de Sauty
estaba empezando a pensar en lo impensable, sopesando las ventajas de la
defección al bando tebano. Su acosado nomarca partió hacia el sur al mando de
una gran flota, en parte como demostración de fuerza ante los tebanos y, en
parte, también para hacerse valer ante su propia e inquieta población.
Luego, en el decimocuarto año de reinado de Mentuhotep (c. 1996), Taur —
aquella persistente espina clavada en el costado tebano— se rebeló de nuevo.
Fue la provocación definitiva. El ejército tebano avanzó hacia el norte, aplastó
Taur y siguió luego hasta penetrar en el territorio heracleopolitano. Sauty fue
conquistada y su nomarca, depuesto. Ahora ya nada se interponía entre los
tebanos y su objetivo último, la propia Heracleópolis. Cuando el ejército de
Mentuhotep llegó a la capital de la Casa de Jety, dio rienda suelta a su ira,
quemando y destruyendo tumbas en el cementerio de la ciudad. Para remachar el
clavo, el rey tebano nombró de inmediato a uno de sus más fieles seguidores
como su representante personal en Heracleópolis, poniéndole al mando del
edificio más importante de la ciudad, la prisión. Aquel era el destino que
aguardaba a cualquier «rebelde» que no hubiera tenido la fortuna de morir en la
batalla.
El despiadado trato dado por Mentuhotep a sus adversarios no se detuvo a las
puertas de Heracleópolis. En el corazón de la problemática Taur nombró a un
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«supervisor de la policía del agua y de la tierra», lo que sugiere que se tomaron
una serie de medidas de orden público contra los habitantes de su provincia más
rebelde. Otro de los secuaces de Mentuhotep se jactaba de cobrar tributos a
«Taur, Cheni y [hasta] el último rincón de la décima provincia del Alto
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Egipto» para su señor, lo que parece indicar la aplicación de sanciones
económicas punitivas a un territorio hasta entonces hostil. A los
heracleopolitanos leales que trataron de escapar a las represalias huyendo a los
oasis, se les dio caza inexorablemente; se habían olvidado de que los tebanos