Page 222 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Dinastía se habían tomado considerables medidas para fortificar su frontera en
               toda la parte nororiental del delta. Cerrarla completamente, como se había hecho

               con  la  frontera  nubia  en  Semna,  resultaba  imposible  debido  a  la  propia

               naturaleza  del  terreno.  Pero  las  Murallas  del  Soberano,  construidas  por
               Amenemhat  I  y  reforzadas  por  sus  sucesores,  constituían  una  línea  de

               fortificaciones  imponente  y  disuasoria  frente  a  cualquier  posible  agresión

               extranjera. Además, los propios fuertes sustentaban sin duda un sistema regular

               de  patrullas  que  controlaban,  interceptaban  y  regulaban  el  movimiento  de
               personas a través de la frontera. Tyaru (la actual Tell el-Hebua) representaba el

               eje de las defensas nororientales de Egipto, y era una fortaleza tan impresionante

               como cualquiera de las de la conquistada Uauat. Sin embargo, a pesar de este
               telón de acero, en el transcurso de la XII Dinastía la emigración hacia el delta de

               pueblos semitas de Oriente Próximo no solo continuó, sino que se aceleró. Es

               posible que algunos de los colonos fueran prisioneros de guerra, capturados y

               llevados a Egipto en las campañas de Amenemhat II y Senusert III. Otros fueron
               sin duda inmigrantes legales, empleados por el gobierno egipcio para colaborar

               en las expediciones mineras al Sinaí financiadas por el Estado, para trabajar en

               los  grandes  proyectos  de  construcción  del  Fayum  o  para  actuar  como  guías,
               rastreadores o policías en las franjas desérticas del país. Hacia el final de la XII

               Dinastía,  «el  miserable  asiático»  —en  palabras  de  un  texto  contemporáneo—

               constituía un elemento significativo de la población, y los inmigrantes de Oriente
               Próximo empezaron a ascender en el escalafón de la sociedad egipcia, llegando a

               alcanzar incluso cargos en la administración. En la parte nororiental del delta,

               donde se habían establecido muchos de aquellos inmigrantes originarios, lo que
               empezara como una pequeña comunidad de trabajadores extranjeros no tardó en

               convertirse en un imán que atraería a oleadas mucho mayores de inmigrantes, ya

               que las gentes que huían de las duras condiciones climáticas y económicas de

               sus  lugares  de  origen  buscarían  refugio,  y  oportunidades  de  mejora,  entre  sus
               parientes y compatriotas ya establecidos en Egipto.

                  Un lugar en particular fue el foco de esta constante afluencia. La ciudad de
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