Page 223 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Hutuaret (la actual Tell el-Daba), situada en la orilla oriental de la denominada
«boca pelusia» del Nilo, había sido creada como un pequeño asentamiento
fronterizo por la dinastía heracleopolitana y refundada luego por Amenemhat I
como parte de sus defensas fronterizas. Sin embargo, bajo el débil gobierno de
sus descendientes Amenemhat IV y Sobekneferu, el sistema de vigilancia debió
de desmoronarse, permitiendo que un constante flujo de inmigrantes cruzara la
frontera. Una vez establecidos en Hutuaret, construyeron casas siguiendo su
propia tradición y mantuvieron su estilo de vida. Sin embargo, dichos
inmigrantes no ignoraban del todo las costumbres egipcias, sino más bien todo lo
contrario. Muchos de ellos estaban ya bastante «egipcianizados» antes de
establecerse en Hutuaret, lo que sugiere que debían de proceder de la ciudad
portuaria libanesa de Kebny, que desde hacía largo tiempo mantenía vínculos
culturales y políticos con Egipto, mientras que es posible, asimismo, que otros
vinieran de Chipre. Entre aquellos inmigrantes de larga distancia había también
miembros de las tribus beduinas del sur de Palestina, arrastrados por la gran
oleada de emigración humana hacia el delta del Nilo. Era aquella, pues, una
excitante mezcla de lenguas, pueblos y tradiciones, que pronto transformó
Hutuaret en una ciudad multicultural, distinta de todo el resto de Egipto.
Dado que en otras partes del territorio egipcio había ya personas de origen
asiático que habían alcanzado altos cargos, no resulta sorprendente que en
Hutuaret las oportunidades de mejora fueran aún mayores. Un prominente
dignatario decidió expresar su estatus social de una forma característicamente
egipcia, por medio de una gran estatua de piedra instalada en su capilla
sepulcral. Pero, a la vez, el estilo de su retrato manifestaba su origen no egipcio;
su voluminoso peinado rojo en forma de seta le delataba como inmigrante de
Kebny, mientras que el color amarillo de su piel se ajustaba a la convención
tradicional utilizada por los egipcios para representar a los asiáticos. El bastón
arrojadizo que llevaba en la mano servía a la vez como símbolo de su cargo y
como elemento de identificación étnica, dado que este peculiar objeto era
también el mismo signo jeroglífico utilizado para escribir la palabra asiático. Era