Page 227 - Auge y caída del antiguo Egipto
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patrullas interrumpidas y sus guarniciones de vuelta a casa, el control central de
               la frontera más vulnerable de Egipto prácticamente desapareció. Sin embargo, no

               pasó mucho tiempo antes de que un líder ambicioso viniera a llenar el vacío de

               poder, un hombre llamado Nehesy, que no solo se hizo cargo de las fortalezas,
               sino que se apresuró a declararse rey de un Estado independiente en el delta con

               capital en Hutuaret, desafiando abiertamente al gobierno de Ity-tauy. Seguro de

               su base de poder, Nehesy sabía exactamente qué era lo que se esperaba de un

               legítimo rey de Egipto. Mantuvo el tradicional sistema de administración y se
               adscribió al patrocinio de su deidad local, Seth, señor de Hutuaret. Un templo

               egipcio  fundado  en  la  ciudad  en  aquella  época  posiblemente  fuera  la

               manifestación concreta de la piedad pública de Nehesy, aunque ese templo se
               vería  empequeñecido  por  otro  adyacente  de  estilo  asiático,  un  indicio  de  la

               mezcla cultural que predominaba en Hutuaret. Con un atrio al que daba sombra

               un  robledo  y  el  exterior  pintado  de  un  vivo  color  azul,  este  templo  asiático

               situado en suelo egipcio era uno de los mayores de todo Oriente Próximo, y su
               existencia demuestra ampliamente la confianza y prosperidad de la nueva realeza

               fundada por Nehesy.

                  Sin embargo, pese a su estabilidad inicial, la recién creada dinastía no estaba
               exenta  de  problemas.  El  deliberado  vandalismo  exhibido  con  las  anteriores

               tumbas  (la  estatua  con  el  peinado  en  forma  de  seta  fue  hecha  pedazos  tras

               extraerle sus ojos taraceados) apunta a la existencia de cierto malestar civil, y de
               hecho  la  sociedad  estaba  fuertemente  militarizada.  A  los  soldados  se  les

               enterraba con sus armas en ristre, y por toda la ciudad resonaban los ecos de los

               metalúrgicos fabricando nuevas armas.
                  En épocas anteriores, la secesión de una provincia se habría encontrado con

               una respuesta tan rápida como implacable por parte de la administración central.

               Pero el gobierno de Ity-tauy difícilmente se hallaba en condiciones de recuperar

               Hutuaret  por la fuerza. De hecho,  la declaración de independencia  de Nehesy
               supuso un duro golpe para la XIII Dinastía, a la que despojó de los vínculos que

               todavía le quedaban con Oriente Próximo, privándola de los ingresos derivados
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