Page 256 - Auge y caída del antiguo Egipto
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simplemente para acallar a potenciales pretendientes rivales al trono, el resultado
fue un grupo excepcionalmente cerrado de parientes cuyos miembros femeninos
desempeñaron un papel inusualmente destacado. El genio de Ahmose consistió
en convertir ese «asunto familiar» en un culto nacional.
En Abedyu, antiguo cementerio de reyes y, por consiguiente, lugar clave para
la veneración de los ancestros reales, Ahmose mandó erigir un templo en forma
de pirámide consagrado a sí mismo, decorado con escenas de su victoria sobre
los hicsos, y un santuario dedicado a su abuela Tetisheri. En el centro, una
monumental estela dejaba constancia de que «Su Majestad hizo esto porque su
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amor por ella era mayor que ninguna otra cosa». Quizá podemos detectar aquí
el duradero vínculo entre un nieto y la abuela que lo había criado mientras su
madre estaba ocupada con los asuntos de Estado. Para Ahhotep, el
agradecimiento y los elogios de Ahmose fueron aún mayores. Mandó erigir una
gran estela en Ipetsut, en el templo de Amón, que se estaba convirtiendo
rápidamente en el santuario nacional de Egipto. Además de enumerar las
piadosas donaciones del rey al templo (sobre todo enormes cantidades de oro de
las minas de Nubia), la inscripción exhortaba al pueblo de Egipto a que
recordara, entonces y en el futuro, los considerables logros de Ahhotep:
Load a la Dama de la Tierra,
La Señora de las Costas de Hau-nebut,
Cuya reputación se alza por encima de toda tierra extranjera,
Que gobierna a las masas,
Esposa del Rey, Hermana del Soberano (¡vida, prosperidad y salud!),
Hija del Rey, noble Madre del Rey,
La sabia,
Que cuida de Egipto.
Ella ha reunido a sus funcionarios
Y los ha protegido;
Ella ha acorralado a sus fugitivos
Y capturado a sus desertores;
Ella ha pacificado el Alto Egipto
Y sometido a sus rebeldes: