Page 258 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Tras haber honrado así a su madre y a su abuela, la política de Ahmose de
elevar a las mujeres de la familia real al estatus de iconos nacionales pasó a
centrarse en su propia generación, concretamente en su hermana y esposa,
Ahmose-Nefertari. Su ascenso a un papel prominente coincidió con un momento
natural de transición en la vida de la familia real: la muerte de la reina madre
Ahhotep y el nacimiento de un heredero natural. Con el futuro de la dinastía
garantizado por ese nuevo nacimiento, Ahmose-Nefertari se convirtió, pues, en
madre de rey, además de ser ya hija de rey, hermana de rey y esposa de rey, el
mismo conjunto de títulos que ostentara su difunta madre. Pero su hermano y
esposo tenía pensado otro título para ella, uno que no solo le otorgaría un alto
rango, sino también una riqueza y una influencia política considerables.
Ahmose-Nefertari había de convertirse en «esposa del dios Amón», la
equivalente femenina del sumo sacerdote de Amón, lo que la elevaba de hecho a
la dirección conjunta del sacerdocio consagrado a este dios. La creación de este
nuevo cargo formaba parte de una amplia reorganización de la administración
religiosa emprendida por Ahmose, y de hecho era un golpe maestro. Mataba dos
pájaros de un tiro, dando a la dinastía el control de una institución política y
económica importante (el templo de Amón, con sus vastas riquezas y sus
extensas tierras en propiedad) y estableciendo un estrecho vínculo teológico
entre el culto de Amón y la familia real. Para confirmar sus intenciones, Ahmose
erigió otra estela monumental en Ipetsut, dejando constancia de la propiedad y
autoridad conferidas a Ahmose-Nefertari como «esposa del dios». Por su parte,
ella no le decepcionaría, y durante el resto de su vida utilizaría el título de
«esposa del dios» por encima de todos los demás.
MONUMENTOS DORADOS
Cuando el rey Ahmose murió unos años después, en 1514, sin haber llegado a
cumplir los cuarenta, Egipto se había transformado. En el transcurso de un solo