Page 338 - Auge y caída del antiguo Egipto
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culto al sol visible— con una sucesión de rampas, escaleras y balaustradas en
lugar de salas cerradas para dividir el espacio sagrado. La nueva religión de
Ajenatón había engendrado un nuevo vocabulario arquitectónico.
Otro barrio residencial, dominado por casas de trabajadores normales y
corrientes, y situado fuera de la zona normalmente frecuentada por el rey,
marcaba el extremo sur de la principal área urbanizada. No obstante, en las
afueras de la ciudad cinco grandes complejos rituales, cada uno de ellos
dedicado a un destacado miembro femenino de la familia real, garantizaban una
presencia regia permanente y sumamente visible en cualquier punto hacia el que
miraran sus habitantes. En su nueva «ciudad del sol», Ajenatón resultaba tan
omnipresente como omnipotente.
EL ÚNICO DIOS VERDADERO
En cierto sentido, la teología fundamentalista de Ajenatón había sido anunciada
ya por la apoteosis de su padre; de la celebración del poder solar por parte de
Amenhotep III a la exultación exclusiva del propio sol por parte de su hijo no
había sino un breve y lógico paso. Incluso es posible que Ajenatón viera a Atón
como su padre real, además de espiritual; Amenhotep III en forma divinizada.
Sin embargo, en muchos aspectos importantes la doctrina de Ajenatón carecía
por completo de precedentes, y resultaba radicalmente opuesta a los diecisiete
siglos anteriores de tradición religiosa del antiguo Egipto. Mientras que los reyes
del pasado habían subrayado su papel de cara a defender la maat (verdad,
justicia y orden creado), Ajenatón pretendía «vivir en la maat», como los propios
dioses. La verdad ya no tenía una existencia independiente de las acciones del
rey; era, por definición, lo que este quisiera que fuese. Los rituales tradicionales
de renovación real, especialmente la festividad Sed y la de Opet, habían
subrayado el rejuvenecimiento provisional del rey, vigente hasta la siguiente vez
en que se repitiera la celebración. Pero la festividad Sed de Ajenatón en Ipetsut