Page 477 - Auge y caída del antiguo Egipto
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carismático y ambicioso cacique libio de Bast, un hombre llamado Sheshonq.
Como «gran jefe de jefes», parece que fue la figura más poderosa de los círculos
palaciegos. Además, mediante el matrimonio de su hijo con la hija mayor de
Pasebajaenniut, Sheshonq reforzó sus vínculos con la familia real. No anduvo
errado en sus cálculos; tras la muerte de Pasebajaenniut, Sheshonq se encontró
en el lugar ideal para ocupar el trono. La coronación de este cacique marca no
solo el principio de una nueva dinastía (identificada como la XXII), sino también
el comienzo de una nueva era.
Desde un primer momento (945-925), y en su deseo de centralizar el poder,
restableció la autoridad política del rey y restituyó Egipto a su forma de gobierno
tradicional (el Imperio Nuevo). En lo que representaba una ruptura con la
práctica más reciente, dejó de utilizarse a los oráculos como un instrumento
regular de la política del gobierno. La palabra del rey siempre había sido la ley, y
Sheshonq se veía perfectamente capaz de decidir por sí mismo sin la ayuda de
Amón. Solo en la remota Nubia, en el gran templo de Amón-Ra en Napata, la
institución del oráculo divino sobrevivió en su forma más completa (lo que
tendría consecuencias a largo plazo para la historia del valle del Nilo).
A pesar de su nombre y su origen manifiestamente libios, Sheshonq I seguía
siendo el soberano incuestionable de todo Egipto. Además, utilizó un método
práctico para imponer su voluntad sobre la mentalidad tradicional del sur y para
refrenar la reciente tendencia hacia la independencia de Tebas; nombrando a su
hijo sumo sacerdote de Amón y comandante del ejército, se aseguró la lealtad
absoluta del Alto Egipto. Asimismo, otros miembros de la familia real y
partidarios de la dinastía fueron designados para ocupar cargos importantes en
todo el país, al tiempo que se alentaba a los gerifaltes locales a emparentarse por
matrimonio con la casa real a fin de consolidar su lealtad. Cuando el «tercer
profeta» de Amón se casó con la hija de Sheshonq, el rey supo que se había
metido en el bolsillo al clero tebano. Era como en los viejos tiempos.
Para demostrar su recién descubierta supremacía, Sheshonq consultó los
archivos y centró su atención en las actividades que tradicionalmente se esperaba