Page 478 - Auge y caída del antiguo Egipto
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que ejerciera un rey egipcio. Ordenó que se reabrieran las canteras y se sentó con
sus arquitectos a planear ambiciosos proyectos de construcción. Aunque ordenó
nuevos traslados de faraones del Imperio Nuevo desde sus tumbas en el Valle de
los Reyes, se esforzó, no obstante, en definirse como un gobernante piadoso, y
aprovechó activamente cualquier oportunidad para hacer donaciones a los
grandes templos de Egipto. Por primera vez en más de un siglo, se tallaron finos
relieves en las paredes de los templos para registrar los logros del monarca, por
más que el rey en cuestión no disimulara en absoluto su linaje libio. Pero, pese a
la piedad y la propaganda, el arte y la arquitectura, Sheshonq sabía que le faltaba
todavía un elemento. En los viejos tiempos, ningún faraón digno de tal nombre
se habría limitado a permanecer ocioso mientras el poder y la influencia de
Egipto declinaban en la escena mundial. Todos los grandes soberanos del
Imperio Nuevo habían sido reyes guerreros, listos para salir en cuanto hiciera
falta a defender los intereses de Egipto y ensanchar sus fronteras. Había llegado
el momento de volver a entrar en acción, de reactivar de nuevo la política
exterior imperialista del país, durante tanto tiempo aletargada, de mostrar al resto
de Oriente Próximo que Egipto seguía vivo.
En el 925, un incidente fronterizo proporcionó la excusa perfecta. Con un
poderoso ejército de guerreros libios, complementado, a la manera clásica, por
mercenarios nubios, Sheshonq partió de su capital en el delta para reafirmar la
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autoridad egipcia. Según las fuentes bíblicas, estaba en juego una turbia política
de poder: Egipto sembraba cizaña entre las potencias de Oriente Próximo y
aprobaba, si es que no alentaba activamente, la división del que había sido el
poderoso reino israelita de Salomón en dos territorios mutuamente hostiles.
Fuera cual fuese el contexto exacto, el caso es que, después de aplastar a los
miembros de las tribus semitas que se habían infiltrado en Egipto por la zona de
los Lagos Amargos, las fuerzas de Sheshonq se dirigieron directamente a Gaza,
el lugar desde donde tradicionalmente se organizaban las campañas contra el
territorio de Oriente Próximo en general. Tras tomar la ciudad, el rey dividió su
ejército en cuatro partes (en un lejano eco de las cuatro divisiones que organizara