Page 583 - Auge y caída del antiguo Egipto
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anteriores  disposiciones  dinásticas  de  los  Ptolomeos,  esta  podía  abocar  a  un
               desastre. Al principio Cleopatra intentó actuar sola, marginando a su hermano

               corregente y gobernando sin ayuda durante los primeros dieciocho meses de su

               reinado. Pero una serie de desastres naturales y políticos pronto hicieron que la
               opinión pública se volviera en su contra. En el verano del año 50, una crecida

               excepcionalmente  baja  se  tradujo  en  la  pérdida  de  cosechas  y  una  escasez  de

               alimentos generalizada. Cleopatra tuvo que promulgar leyes de emergencia para

               evitar una hambruna. Ante todo, un faraón tenía la responsabilidad de aplacar a
               los dioses y asegurar la constante prosperidad de Egipto; que los dioses hubieran

               abandonado a Cleopatra en una fase tan temprana de su reinado era un hecho

               profundamente  preocupante.  Asimismo,  aumentó  aún  más  su  creciente
               impopularidad al plegarse a la petición de deportar a unos fugitivos que habían

               huido de Siria tras asesinar a los hijos del gobernador romano. Al enviarlos a la

               muerte, vino a confirmar los peores temores de la población egipcia autóctona

               sobre el imparable ascenso de Roma. Así pues, la corriente de opinión empezó a
               volverse rápidamente en contra de Cleopatra y a favor de su hermano.

                  En medio de toda esta confusión interna, Cleopatra también tuvo que afrontar

               una serie de acontecimientos desagradables en el extranjero. Los dos caudillos
               militares de Roma, Pompeyo y César, se habían enzarzado en una encarnizada

               guerra civil. Para saldar antiguas deudas, Cleopatra se puso del lado de Pompeyo

               (cuyo estrecho aliado Gabinio había restaurado a Ptolomeo XII en el trono). Pero
               ni siquiera una alianza con un señor de la guerra extranjero pudo protegerla de

               las  iras  de  su  propio  pueblo.  En  los  primeros  meses  del  año  48,  y  como  le

               ocurriera a su padre antes que a ella, Cleopatra se vio obligada a exiliarse. Sin
               embargo,  en  lugar  de  tragarse  el  orgullo  y  buscar  refugio  en  Roma,  decidió

               armar  un  ejército  más  cerca  de  Egipto,  concretamente  en  la  todavía  leal

               provincia  de  Palestina.  A  finales  del  verano,  dos  ejércitos  contrarios  —uno

               apoyaba a Cleopatra y el otro, a su hermano— se enfrentaron en la parte oriental
               del delta del Nilo.

                  Ptolomeo  XIII,  que  ya  se  había  ganado  el  reconocimiento  de  Roma  como
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