Page 590 - Auge y caída del antiguo Egipto
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verano del año 41, después de la entente entre Egipto y los herederos de César,
Marco Antonio mandó llamar a Cleopatra para que ambos se encontraran en
Tarso, en el sudeste de Anatolia. Con los vientos favorables a partir de la batalla
de Filipos, Marco Antonio había puesto sus miras en derrotar al Imperio parto, el
último gran enemigo de Roma en Asia. Para montar tal campaña necesitaba
contar con una base avanzada en el Mediterráneo oriental, y Egipto era el lugar
ideal. Por su parte, Cleopatra tenía la urgente necesidad de un nuevo protector.
Así pues, fue el beneficio mutuo lo que los unió.
Con sus dotes instintivas de representación y propaganda, Cleopatra convirtió
una cumbre diplomática y política en un espectáculo religioso, pues llegó por el
río ataviada como Afrodita/Isis a punto de encontrarse con su divino consorte
Dioniso. Marco Antonio debió de sentirse halagado por la analogía y cautivado
por una reina catorce años menor que él. Como hiciera anteriormente César,
ofreció su apoyo a Cleopatra a cambio de sus favores. Ni siquiera la noticia de la
muerte de Pasherenptah, el 14 de julio, pudo enfriar su ardor. Hacia finales de
aquel año, Marco Antonio y Cleopatra volvieron juntos a Alejandría. Nueve
meses después nacieron sus gemelos, Alejandro Helios y Cleopatra Selene, el
Sol y la Luna, poniendo así el broche de oro a lo que parecía ser la pareja ideal.
Pero en realidad no lo era. No bien los gemelos hubieron venido al mundo, su
padre cogió el portante y se fue de Egipto. A su regreso a Roma, selló un pacto
con su gran rival casándose con la hermana de Octavio, Octavia, y repudiando a
Cleopatra. En cuanto a la reina de Egipto, debería haber aprendido de sus
amargas experiencias que un turbulento romance con un general romano se
traducía en vivir como madre soltera.
Durante los tres años siguientes, con Marco Antonio fuera de escena, Egipto
disfrutó de una breve tregua en la agotadora sucesión de guerras, intrigas, golpes
y contragolpes que lo habían afligido bajo el caprichoso gobierno de los
Ptolomeos. Imhotep (aunque solo era un niño de siete años) fue nombrado sumo
sacerdote de Ptah, sucediendo a su padre y a sus antepasados. La crecida del
Nilo volvió a los niveles acostumbrados y la producción agraria aumentó. De no