Page 594 - Auge y caída del antiguo Egipto
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el bando de su rival. En el año 31, cuando el invierno dio paso al clima más
benigno de la primavera, estallaron oficialmente las hostilidades. Pronto resultó
evidente que los delirios de grandeza de Marco Antonio no iban acompañados de
una capacidad táctica equivalente. A comienzos de septiembre, sus fuerzas
terrestres estaban atrapadas en el oeste de Grecia y sus barcos de guerra
bloqueados en una gran bahía. Una ruptura del bloqueo naval bajo el fuego
enemigo parecía la única opción posible. La batalla de Actium, librada el 2 de
septiembre del año 31, fue más una huida que un espectáculo militar. Marco
Antonio y Cleopatra escaparon con vida y con 60 de sus 230 barcos. Él huyó a
Libia y ella, a Alejandría.
La historia le había enseñado a Cleopatra que los líderes derrotados no solían
durar mucho, de modo que se esmeró en engalanar sus barcos como si hubiera
salido victoriosa. Cuando Marco Antonio se unió a ella en el palacio real unos
días más tarde, los dos hicieron todo lo posible por dar una impresión de
normalidad. Se organizó una fiesta enorme para celebrar la mayoría de edad de
Cesarión, ya que los reales espectáculos siempre agradaban a las multitudes y
representaban una bienvenida distracción de las malas noticias. En un nivel más
prosaico, los engranajes de la administración siguieron girando, continuaron
promulgándose edictos públicos y siguieron pagándose los impuestos (a no ser,
claro está, que uno fuera Canidio). En la ciudad de Gebtu, en el Alto Egipto, un
gremio de fabricantes de lino elaboró un detallado contrato con dos sacerdotes
locales para sufragar los gastos del culto local al toro. Burocracia y culto a los
animales; una combinación característicamente egipcia. Para algunos, la
civilización faraónica debía de parecer algo tan inmortal como impenetrable.
Pero, ajena a aquella exhibición pública de aparente normalidad, Cleopatra
hacía febriles preparativos para un exilio permanente. Ordenó que lo que
quedaba de su flota naval fuera remolcada por tierra desde el Nilo hasta el mar
Rojo con la intención de enviar lejos a Cesarión, concretamente a la India. Sin
embargo, los árabes nabateos locales literalmente quemaron sus barcos, y
Cleopatra se encontró atrapada en Alejandría sin ninguna vía de escape. Cuando