Page 593 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 593

este país la panera del Imperio romano—, además de importar cinco mil ánforas
               de  vino  cada  año,  libres  de  impuestos.  Por  si  eso  no  bastara,  Canidio  estaba

               también  exento  de  cualquier  impuesto  sobre  las  tierras  que  poseía  en  Egipto,

               como también sus arrendatarios. En la práctica, se le declaraba al margen del
               sistema  tributario  normal.  Como  soborno  político,  este  seguramente  debe  ser

               considerado  uno  de  los  mayores  y  más  audaces  de  la  historia.  El  decreto  se

               dirigía a un funcionario público de alto rango de Alejandría, cuya tarea consistía

               en  notificárselo  a  otros  burócratas  de  la  administración.  Para  dar  curso  a  las
               medidas, se había añadido la palabra griega ginesthoi, «hágase así», en la parte

               inferior del papiro. Solo podía ser obra de la mano de Cleopatra. De ser así, con

               ello  no  estaba  tanto  aprobando  una  medida  fiscal  como  firmando  su  propia
               sentencia de muerte.

                  En el transcurso del año 33, se había vuelto evidente por segunda vez que el

               reino romano no era lo bastante grande para tener dos líderes. Marco Antonio,

               con las provincias orientales a su disposición y amigos en el Senado, parecía la
               mejor apuesta. Pero Octavio, sobrino nieto y heredero legal de Julio César, se

               mostraba igualmente decidido. Como ocurriera con César y Pompeyo dieciséis

               años antes, el choque de dos poderosos egos condujo sin demasiadas dificultades
               a la guerra civil. La estrecha identificación de Cleopatra con Marco Antonio hizo

               que resultara fácil para Octavio señalarla como enemigo público número uno y

               utilizarla  para  crear  una  distinción  entre  él,  el  auténtico  romano,  y  Marco
               Antonio,  el  traidor  disoluto.  Daba  igual  que  el  corregente  de  Cleopatra,

               Ptolomeo XV Cesarión, fuera hijo del propio César. A los ojos de Octavio, ella

               representaba convenientemente todo lo que era ajeno y perjudicial a los intereses
               de Roma. Su destino, y el destino de Egipto, dependían ahora del resultado del

               conflicto interno de Roma.

                  Cuando la disputa entre las dos facciones romanas se intensificó, Cleopatra y

               Marco  Antonio  zarparon  de  Alejandría  con  una  armada  de  doscientos  barcos
               egipcios. Tras detenerse en Éfeso y Samos, finalmente llegaron a Atenas. Allí,

               Marco Antonio repudió públicamente a Octavia, cortando todos los vínculos con
   588   589   590   591   592   593   594   595   596   597   598