Page 83 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 83
gobierno no era un terrateniente demasiado benévolo.
La reconfiguración de tramos enteros del Bajo Egipto como «patrimonio real»
fue una medida precursora de otras reformas administrativas de más
envergadura. Para permitir un control político más eficaz de las regiones, el
Estado introdujo un sistema de gobierno local que dividía el valle y el delta del
Nilo en cuarenta y dos provincias (nomos), cada una de ellas gobernada por un
funcionario (nomarca) designado desde el gobierno central y que respondía
directamente ante el rey. Parece ser que las provincias del Alto Egipto se basaron
en los límites de las comunidades tradicionales, que a su vez reflejaban las
diversas cuencas de irrigación de los tiempos prehistóricos. En el delta, en
cambio, no existía tal patrón en el que basarse, y parece que allí las provincias
recién creadas resultaron más arbitrarias, sorteando sin duda el emplazamiento
de las fincas reales. Fuera como fuese, el caso es que reemplazar el antiguo
sistema de lealtades por una nueva y sistemática pauta de administración
provincial proporcionaba al rey y a su gobierno un control mucho más férreo.
Las reformas públicas continuaron durante la segunda mitad de la I Dinastía.
El incremento del número de altos funcionarios a los que se concedía una
sepultura suntuosa, pagada por el Estado, delata la ampliación y
profesionalización de la administración. En Saqqara del Norte, el principal
cementerio de la corte de Menfis, los funcionarios de más alto rango de la zona
mandaron construir enormes tumbas de adobe (que hoy conocemos por su
nombre árabe, mastaba) a lo largo del borde de la escarpadura. Estos
monumentos imponentes, que estaban orientados hacia la salida del sol y desde
los que se dominaba la capital, prometían a sus ocupantes tanto el renacimiento
como la continuación de su estatus terrenal. Las fachadas de las tumbas,
elaboradas a imitación del Muro Blanco de Menfis, proporcionaban una
demostración visual de los vínculos de sus propietarios con la realeza, y ello
porque el rey era la fuente última de autoridad, en un período en que la mayoría
de los altos funcionarios, si no todos, eran parientes suyos.
Una de aquellas tumbas en Saqqara del Norte fue construida por un hombre