Page 123 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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La Tomba della Pellegrina, saqueada en el siglo xix, con cuatro nichos en su drómos
y dos cellae, aún conserva algunos de sus sarcófagos y urnas. De época helenística son
la Tomba del Granduca, con cámara excavada en la roca tobosa, propiedad de la fami
lia etrusca Pufluna Peris, y que ha aportado notables urnas, y la Tomba Vigna Grande.
Recientemente se ha recuperado la Tomba dell’lscrizione, notable por uno de sus
enigmáticos textos, que le han dado su nombre: Ein thui ara enan. La traducción de
tales palabras podría ser: «No hacer (o no poner) nada aquí», clara prescripción nega
tiva tendente a evitar la reutilización o profanación de la tumba.
Otro importante núcleo funerario está en Poggio Gaiella, en cuyo gran túmulo
circular se llegaron a excavar una treintena de tumbas, que han deparado rico mate
rial, destacando una estatua-cinerario de figura viril —a la que ya aludimos—, deno
minada impropiamente Plutone, hoy en el Museo de Palermo. En tal sector se situa
ba el gigantesco mausoleo denominado usualmente Tomba del re Porsenna, descrito
por Varrón y que Plinio el Viejo (Nat. Hist., XXXVI, 91-93) lo imaginaba como un
labyrintum inextricabile.
Esta tumba, formada por varias estructuras a las que coronaban cinco pirámides
sobre cuyas puntas se habían fijado discos de bronce que resonaban a causa del vien
to, no ha sido jamás localizada, por lo que hay que pensar más en una fantasía que
en una realidad (G. Capdevile). Sin embargo, en el Renacimiento hubo un notable
interés por el monumento de Porsenna, caso de Leon Battista Alberti, quien aludió
al mismo en su De re aedificatoria (VI, 3), o de Antonio Averlino, llamado il Filare-
te. Por otro lado, diferentes y «airosos» diseños de Antonio da Sangallo, el Joven,
conservados en un Gabinete de los Uffizi de Florencia, y estudios de Giovan Bat
tista da Sangallo, il Gobbo, permiten hacerse una idea de lo que pudo ser tal monu
mento. De hecho, en el Asia Menor sí existieron construcciones análogas, caso de
la tumba de Aliates, padre de Creso, descrita por Heródoto (I, 93), a la que le asig
na dimensiones extraordinarias. La de Porsenna, en concreto, alcanzaba los 90 m
de base y los 180 m de altura, medidas totalmente extrañas al mundo clásico
(M. Sordi). Ajustando las exageradas medidas de Varrón a unas teóricas medidas
etruscas, hoy desconocidas, G. A. Mansuelli y R. Hirata, entre otros, creen en la po
sible existencia de tal monumento.
Quizá, en opinión de A. Rastrelli, la estructura laberíntica del gran túmulo de
Poggio Gaiella y la compleja red de cuniculi que conectaban los vanos de su interior
pudieron haber inspirado en buena parte la imaginativa descripción de Varrón acer
ca de la supuesta tumba del rey Porsenna.
No lejos de Chiusi, en Sarteano, en medio de su campiña fue localizada en 1954
por G. Maeztke una primera tumba con drómos de acceso y cuatro cámaras funera
rias, descubrimiento que denotó la existencia de una importante necrópolis. El ha
llazgo más inesperado tuvo lugar en el año 2003 (A. Minetti) al aparecer una tumba
realzada con extraordinarias pinturas. Tal Tomba Dipinta de Sarteano —denominada
Tomba della Quadriga Infemale—>ya expoliada en la Antigüedad, sorprende por la vi
veza de su colorido y la fantasía de sus pinturas lamentablemente mutiladas e incom
pletas. El tema central consiste en un banquete sobre la klíne tenido por dos hombres
—el más joven acaricia al mayor— y completado con otros temas (figura alada, hi
pocampo y serpiente de tres cabezas y enroscado cuerpo, cuadriga tirada no por ca
ballos sino por grifos y leones y guiada por un demonio). La tumba, fechada a fina
les del siglo iv a.C. y que ha facilitado escaso material funerario, hubo de acoger tres
deposiciones (en dos sarcófagos y en una «casa» de madera) de una gens de nombre
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