Page 225 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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puede ver en el Museo de Villa Giulia de Roma. En este mismo museo se encuentra
        otra prótesis localizada en Satricum, destinada en su día a recibir cuatro dientes. Una
        mandíbula inferior,  de Populonia,  también tiene unidos  los diez dientes  anteriores
        con la misma técnica de la lámina de oro; otra mandíbula inferior con su correspon­
        diente cráneo, de Falerii Veteres (hoy en Villa Giulia), estudiada por G. Baggieri, está
        protegida por una prótesis de oro formada por cuatro anillos cuadrangulares.  En el
        Museo  Nacional  de  Tarquinia se  atesoran  otras prótesis,  elaboradas  con  diferentes
        anillos de oro, a modo de puentes, en algunas de las cuales todavía se conservan unas
        cuantas piezas dentarias.
           Numerosas han sido las coronas dentarias halladas, elaboradas tanto en oro como
        en piedra, concha o esmalte. Incluso se han llegado a localizar piezas dentarias retoca­
        das con dientes de animales. Los restos óseos hallados permiten saber que los etruscos
        sufrieron, además de piorrea y de paradentosis, también de caries, si bien esta última
        fue de escasa incidencia. Los estudios de los radiólogos G. Benssi y A. Toti (1959) so­
        bre más de mil dientes de cráneos greco-etruscos (hoy en Spina) evidenciaron la escasa
        incidencia de la caries. A la misma conclusión llegaron N. A. Bamicor y D. R. Broth-
        well al analizar un total de 427 dientes de 32 cráneos etruscos del Museo del Hombre
        de París, indicando que tan sólo el 4,6 por 100 eran dientes cariados.



        La m ú s ic a  y la d a n z a
           Como se ha podido observar, la música, que los etruscos recibieron de los colo­
        nos griegos, se hallaba presente en muchas manifestaciones de la vida cotidiana, tan­
        to de carácter privado (banquetes, bodas, ceremonias funerarias) como público (es­
        pectáculos,  concursos deportivos) y estatal (desfiles militares,  cortejos, culto religio­
        so).  Fue  una  música  fundamentalmente  instrumental  abierta  a  todas  las  clases
        sociales y que,  en opinión de  algunos  etruscólogos,  evocaría cadencias y tonos del
        Asia Menor.
           Aquella  arraigada  afición  a la  música  se  ha visto  confirmada por los  restos  ar­
        queológicos hallados, las pinturas de las tumbas y las abundantes referencias litera­
        rias, fuentes que nos han permitido conocer los instrumentos musicales empleados e
        incluso saber que en algunas ocasiones sus intérpretes y oyentes alcanzaron situacio­
        nes de éxtasis, como puede deducirse de un relieve de Chiusi.


        Laflauta y  losflautistas

           No sólo se interpretaba música durante las paradas y danzas militares, los banquetes
        y las ceremonias religiosas y funerarias; también sabemos por indicación de Aristóteles
        (FHG, II, 132) que los etruscos practicaban el pugilato, azotaban a los esclavos, amasa­
        ban el pan o preparaban las comidas al son de la flauta, evidentemente no con fines de
        ambientación o arte, sino para ritmar las fases deportivas y disminuir, en su caso, el es­
        fuerzo físico de dichos trabajos. Tal cita tiene su confirmación en las pinturas, caso por
        ejemplo, de la Tomba Golini I  de Orvieto (finales del siglo iv a.C.), en una de cuyas pare­
        des se puede ver a un personaje trabajando delante de un flautista (suplu, subulo).
           Según Servio (AdAen., I, 67), en tiempos antiquísimos, Tirreno y Lido, con oca­
        sión de una época de hambre y asedio, habían entretenido a su gente con música de


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