Page 249 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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dos, interpretando danzas rituales con acompañamiento musical. La  Tomba dei Bac-
        canti,  la  Tomba dei Leoni y la  Tomba del Triclinio informan con sus pinturas de no po­
        cos aspectos  de este tipo  de  danzas. Una de ellas,  evocada anacrónicamente por el
        poeta latino Ovidio  (Ars amandi,  I,  111), consistía en el ritmo del tripudium,  danza
        saltarina de tres tiempos a cargo de bailarines, llamados ister en etrusco (de donde de­
        riva la palabra latina histrio y la nuestra «histrión»).
            En la Tomba dei Giocolieri de Tarquinia, una de sus escenas —recordada con ante­
        rioridad— representa a un señor sentado ante quien una danzarina intenta mantener
        un candelabro, en equilibrio sobre su cabeza, al tiempo que un joven se afana en ha­
        cer blanco en el mismo con algunos anillos. Un flautista mide el tiempo de duración
        de las tiradas. Este mismo espectáculo, ignorado entre los griegos,  aparece también
        en la Tomba della Scimmia de Chiusi.
           Una basa cuadrangular (62 x 59 cm) de la Ny Carlsberg Glyptotek de Copenha­
        gue ·—a la que se aludió en páginas anteriores— presenta en sus relieves una danza
        específica, ejecutada tal vez durante los espectáculos funerarios: la «danza de las ha­
        chas», llamada así por J.-R. Jannot.  Dicha danza se halla figurada en el contexto de
        un banquete que celebran dos parejas masculinas, y en el que aparecen además unos
        jóvenes con caballos y otros cinco personajes que danzan con vivo ritmo. En la esce­
        na de la «danza de las hachas» se ve a dos hombres barbudos enarbolando tal instru­
        mento, los cuales parecen perseguir, bailando, a dos mujeres, que portan, respectiva­
        mente, una gran bandeja llena de pasteles y unaphiále vacía.
           El precitado estudioso conecta la escena con el mito griego de Fineo, en el pasa­
        je concreto en que los hijos de Bóreas, Zetes y Calais, se lanzaban con sus espadas a
        perseguir a las harpías, que habían robado la comida de Fineo.
           El mito inspiró, por otra parte, diversas representaciones plásticas e incluso posi­
        bles representaciones coreográficas que tendrían lugar con ocasión de las ceremonias
        funerarias.


           La «danza de las grullas»

           El mito de Teseo fue objeto de una celebración original, que en la griega Délos
        tenía lugar cada cinco años, consistente, entre otras particularidades, en la ejecución
        de una danza, denominada géranos o «danza de las grullas» por el parecido de los mo­
        vimientos de las bailarinas con el vuelo de tales aves.
           Tal mito fue también conocido en Etruria, como demuestra la decoración de una
        hidria, de mitad del siglo vi a.C., hallada en la necrópolis de la Polledrara de Vulci,
        aunque fabricada probablemente en Caere (y hoy en el British Museum). En una de
        sus composiciones aparecen Aridana y Teseo, éste matando al Minotauro, y en otra
        cinco jóvenes salvadas de aquel monstruo por Teseo que, unidas en cadena por los
        brazos —a modo de prolongación del hilo que había servido para salir del laberin­
        to—, están danzando al tiempo que siguen a Ariadna, la cual hace sonar una lira.
           Asimismo, la danza en cadena puede verse en una olla, de finales del siglo viii a.C.,
        de la necrópolis de la Buccacce, en Bisenzio, en donde aparecen grupos de tres mu­
        jeres  (figuras rosas),  alternando  con grupos  de  tres hombres (figuras negras),  cogi­
        dos de las manos (M. A. Johnstone). También los relieves de varios cipos de Chiu­
        si son  susceptibles  de  ser interpretados  como  danzas  derivadas  de  las  de Teseo y
        Ariadna.

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