Page 257 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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crita en los mojones, se solía poner el gentilicio del propietario en caso genitivo
—por ejemplo: Tular Alfis = «confines de Alfio» (TLE, 530), Tular Larns = «confines
de Larn» (TLE, 692).
A ello debe unirse la figura de los aquilices, especialistas expertos en la búsqueda
de aguas subterráneas para riego y en la construcción de pozos artesianos, cuya fama
fue recordada por Séneca, Plinio el Viejo y Varrón.
Variedad de explotaciones
Muy distinta fue la explotación agrícola de la Etruria meridional a la de la norte
ña, variando no sólo por la clase de sus cultivos, sino también por los sistemas apli
cados en su desarrollo. En el norte, grandes zonas boscosas permitieron la pro
ducción maderera (coniferas, hayas, encinas, olmos, castaños), de la que se obtenían
materiales para la construcción, maderamen para navios y carbón vegetal. La impor
tancia y frondosidad de sus bosques eran tales que todavía, en el siglo iv a.C., el bos
que Cimino pasaba por ser «impenetrable», al decir de Tito Livio. Otras amplias áre
as norteñas se dedicaron también al cultivo extensivo de los cereales (cebada, mijo,
diversas clases de trigo, entre ellas, el triticum dicoccum, de fácil cultivo).
En el sur, en cambio, las grandes fincas de los patricios fueron parceladas a fin de
obtener mayores rendimientos, dedicándolas a cultivos intensivos, entre los cuales el
cereal y la vid —que conoció diversas variedades, algunas de igual calidad que las de
Tarraco (Tarragona), al decir de Marcial (Epigr., XIII, 118)— destacaban sobre cuales
quiera otras, permitiendo incluso la exportación de los excedentes, ya a partir del si
glo vil a.C., sobre todo desde Caere y Vulci.
Atenas y la propia Roma, en algunos momentos críticos de carestía o de gue
rra, no dudaron en recurrir a las reservas cerealísticas de Etruria. Varrón, Diodoro
de Sicilia, Ovidio, Plinio el Viejo y Columela, entre otros autores, alaban en dife
rentes pasajes de sus obras las milagrosas y abundantes cosechas de los Tusci campi',
evaluadas en un quince por uno de rendimiento (Varrón, De re rustica, I, 44). Cálcu
los más realistas, efectuados modernamente, señalan que la producción sería de
cinco a tres por uno, dependiendo del tipo de suelos y del número de labranzas
previas a la siembra.
Árboles frutales y árboles «infelices»
Los etruscos cultivaron también diferentes árboles frutales, si bien muchos de
ellos fueron de difusión tardía, como los manzanos, los melocotoneros y los cerezos
—éstos introducidos en Roma por Lúculo en el 73 a.C. (Plinio el Viejo, Nal.
Hist., XV, 102). Las cerezas fueron consideradas al principio como un fruto exótico,
traído del Ponto Euxino. De Africa se importaron los limones, que se emplearon
para preparados medicinales, para contravenenos y para obtener un buen aliento, no
siendo utilizados en la alimentación. El membrillo, de origen oriental, no fue cono
cido. Algunas excavaciones han facilitado restos de cáscaras de nuez y de avellana, así
como huesos de ciruelas, documentándose con ello el consumo de tales frutos.
Por otra parte, las pinturas de las tumbas recogen, entre otros árboles, la granada,
la palmera, el ciprés y el laurel.
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