Page 259 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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ca,  según revelan diferentes pinturas funerarias (y cuyas primeras  tipologías puso
        de manifiesto S. De Marinis), así como numerosos vasos cerámicos de importación
        euboica, ática y cicládica y ánforas vinarias.
           El vino y, por supuesto, la viña,  a la que hicieron prosperar mediante oportu­
        nos injertos, fueron considerados bienes muy preciados, en conexión tanto con la
        economía y la política —como se ha dicho— cuanto, incluso, con principios reli­
        giosos y funerarios (con vino se lavaban los huesos recogidos después de la crema­
        ción de los cadáveres). No es, pues, de extrañar que Mezenzio, rey de Caere —se­
        gún  se  sabe  por  la  leyenda  etiológica  sobre  el  origen  de  los  Vinalia—,  exigiera
        como tributo a los latinos su producción vinícola. Dionisio de Halicarnaso (I, 37) no
        dejó de admirar tampoco los vinos etruscos y Plinio el Viejo (Nat. Hist., XIV, 36) alu­
        dió a las distintas variedades de uva cultivadas, recogiendo algunos de sus nombres
        (sopina, talpona, etesiaca, conseminea) y sus lugares de producción. Quizá el vino más
        apreciado fue el llamado por Plinio el Viejo apianum, hecho de dulces uvas y de pa­
        ladar cercano  al moscatel, y del cual tuvimos ocasión de hablar en páginas prece­
        dentes.
           El olivo,  que  era desconocido  en el Lacio (no  así en Etruria y en otras  regio­
        nes de Italia) hasta la época de Tarquinio Prisco —a quien se debería su introduc­
        ción, según el analista de la época augústea Fenestella—, sólo alcanzó un cultivo
        extensivo a partir del siglo π de nuestra era. Puede decirse que el pueblo llano ape­
        nas hizo consumo del aceite, quedando su uso reservado a las clases aristocráticas,
        que lo emplearon al comienzo de su explotación para preparar ungüentos aromá­
        ticos  e  incluso  en prácticas  ginecológicas  conectadas  con  el parto.  Por supuesto,
        depositado en adecuadas lucernas y lampadarios sirvió para la iluminación de las
        casas.
           Dicho aceite, antes de su producción local, era importado de Grecia en grandes
        cantidades, según han demostrado las numerosas ánforas halladas en distintas necró­
        polis.  Una de las más antiguas inscripciones etruscas (TLE, 762), de finales del si­
        glo vil a.C., presente en un aryballos de bucchero del Museo Ch. Albert de Montecar-
        lo, designa al aceite y a su continente con la expresión de aska eleivana, esto es, «vaso
        de aceite» (voces derivadas del griego askós =  vaso, odre y elaiou = de aceite).


        Otros cultivos

           Asimismo, el lino fue cultivado en distintos lugares, sobresaliendo, entre ellos, el
        área de Tarquinia, centro productor de los velámenes de lino que precisaban los bar­
        cos etruscos.
           Poco sabemos  de las legumbres (judías, garbanzos,  guisantes, habas) y verduras
        (puerros,  nabos,  cebollas,  espárragos),  cultivadas y consumidas por los etruscos. Al
        parecer la alcachofa, originaria de Italia, y la col, fueron las verduras más apetecidas.
           Si nos atenemos al repertorio decorativo vegetal de las tumbas, puede observarse
        una gran variedad de plantas ornamentales y de flores, lo que evidencia el cultivo de
        las mismas en adecuados jardines, si bien reducidos a ámbitos privados.
           Los recientes estudios de G. Barker, relacionados con la arqueología de la agri­
        cultura etrusca y en general sobre la arqueología del paisaje, constituyen excelen­
        tes  planteamientos para  un mejor conocimiento  de  la  agricultura y la ganadería
        etruscas.


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