Page 373 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Selvans

            El titular de las selvas y el protector de los límites de los campos, de las fronteras
         y de los pactos entre los hombres fue Selvans, citado en el Hígado de Piacenza una vez

         con su nombre y otra con su epíteto (fol[aras])3esto es, tutorfinium.  Sus primeras re­
         ferencias se documentan ya en el siglo v a.C. en sendas dedicatorias inscritas en una
         paleta broncínea para incienso y en un thymiatérion, también de bronce. Del siglo m
         o π a.C. han llegado un cipo con su nombre y el epíteto sancbuneta, y una estatuilla
         de Volsinii, que lo califica de enizpetla (término intraducibie), pieza hoy en el Museo de
         Villa Giulia de Roma.
            De entre su repertorio iconográfico es famoso un pequeño ejemplar broncíneo,
         de Cortona, con una dedicatoria (TLE, 641), que lo figura desnudo, pero tocado con
         los despojos de una piel de felino (alusión a su tutela sobre pastos y rebaños) y enjo­
         yado con un torques en torno a su cuello, portando en la mano algún objeto, hoy
         perdido. En Tarquinia su nombre se asoció al de Suri.
            A su onomástico se le añadió, en ocasiones, distintos epítetos y epíclesis, qui­
         zá para precisar su cometido religioso (smucintbiunaitula, canzate, canias, enizpetlay
         sancbuneta, entre otros). Además de ser venerado en Cortona y en Tarquinia, también
         lo fue en Bolsena, Sarteano y Carpegna. Entre los romanos fue conocido como Sil­
         vanus, dios de contenido agrícola y pastoril, y a quien se le hizo autor de algunos tra­
         tados de los  Gromatici Veteres.  El poeta Horacio lo invocó como pater Silvanus tutor
        finium («Padre Silvano, protector de los confines»).


         Turms

            Otro dios importante fue Turms, de contenido similar al Hermes griego, de quien
         copió muchos de sus rasgos, conectados con el ámbito del comercio. Sus numerosas
         representaciones etruscas, sobre todo a partir de finales del siglo vi a.C., lo figuran en
         contextos mitológicos de tradición griega (nacimiento de Atenea, juicio de Paris, por
         ejemplo).
            Si en un principio se le imaginó barbado, más tarde fue representado de modo
         imberbe y con rasgos juveniles. Sus atributos fueron un sombrero de ala ancha (péta-
         sos) y un bastón o caduceo (ketykéion). Etruria, no obstante, conoció un Turms autóc­
         tono, deducible del nombre presente en la inscripción de un espejo del siglo rv a.C.:
         Turms Aitas.  Este  onomástico  hacía  de  él un  mensajero  del  dios  de  los  muertos
         (Aitas fue el guía de las almas al Más Allá). En esta función psicopompa se le repre­
         sentó en gemas, urnas y sarcófagos de la etapa de influencia helenística, en la que asu­
         mía funciones de  Cbaru(n).
            Turms fue representado  en el célebre grupo  de terracotas  que adornó el templo
         del Portonaccio en Veyes, así como en lastras y en estatuillas arcaicas. Su imagen que­
         dó también fijada en la plástica arquitectónica (estatua del templo  de  Orvieto).  Su
         nombre aparece en espejos y su iconografía fue muy figurada en escenas mitológicas
         —de corte griego— sobre vasos, espejos, monedas y objetos ornamentales. Tocado
         con  gorro  y portando  un  caduceo,  acabó  igualado  al  Hermes  griego y al  romano
         Mercurio.  Parece  que  no  contó  con  culto  específico  en  ninguna ciudad  (salvo,  tal


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