Page 419 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Finalmente, hay que mencionar a un denario de M. Pletorio Cestiano, descen
diente de la gens prenestina de los Cestii, emitido entre el 69 y el 66 a.C., en donde fi
gura una escena de sortitio.
No ha llegado ninguna mención de arúspice etrusco que practicara esta modali
dad de adivinación, pero sí la de tres personajes, dados a ella, que habitaron en el área
de influencia etrusca: C. Fulvius Saluis, natural de Ostia, C. Clipearius y Ancos Marcios,
de origen falisco.
Muy parecidos en su espíritu fueron los oráculos o respuestas a preguntas concretas.
Acerca de éstos poseemos testimonios escritos y también restos arqueológicos, aunque
nada haya llegado del celebérrimo templo oracular de Fortuna Primigenia, existente
en Palestiina (Preneste). En el primer caso, puede recordarse lo señalado por Heródoto
(I, 167) acerca de la consulta que los caeretanos hicieron a la Pitia de Delfos después de
haber lapidado a prisioneros focenses tras la batalla de Alalia. En el segundo, el célebre es
pejo de Marcianella (Chiusi), de finales del siglo iv a.C., hoy en Siena, en cuyo reverso se
figura una escena oracular. En la misma se ve a Atunis (Adonis) y a Euturpa (Euterpe) con
sultando un oráculo que transmite la boca de Urphe (Orfeo), cuya cabeza (el cuerpo falta)
ha sido recuperada y llevada por un pescador llamado Umaele. Todas las palabras dichas
por el héroe son copiadas sobre una tablilla por una mujer de nombre Altunea.
En otro espejo —de Bolsena, ya citado con anterioridad— puede verse otra esce
na oracular. En el mismo, el adivino Cacu, acompañándose del sonido de una lira,
está en trance de profetizar, al tiempo que el joven Artile, un colaborador suyo, ano
ta el contenido de sus vaticinios en un díptico. Junto a ellos están los guerreros y her
manos Aulo y Celio Vibenna. Parecida escena sirvió para decorar también algunas ur
nas de la región de Chiusi.
L o s EXVOTOS
Dado que el hombre etrusco, como se acaba de decir, no podía hacer nada para
modificar el curso de las cosas, en el supuesto de las enfermedades que presumían
crónicas o incurables no dudaron en acudir ante sus dioses a pedirles remedio, recu
rriendo a una forma de devoción particular consistente en la deposición de ofrendas
(anathémata) y exvotos en templos y ámbitos religiosos.
Asimismo, cualquier acción de gracias recibida también fue susceptible de ser ele
vada a los dioses mediante dichos exvotos, cuyo ejemplo más significativo se puede
hallar en la figura del rey tirreno Arimnesto, recordado por Pausanias (V, 12) por ha
ber ofrecido un trono, símbolo de su soberanía, en el templo de Zeus en Olimpia,
a mitad del siglo vil a.C. El mismo rey, además, llegó a consagrar otro objeto (tal vez,
un instrumento musical) en el templo de la diosa Hera en Samos.
Sin duda, el Fanum Voltumnae fue el templo que más exvotos y dones sagrados
hubo de recibir, acumulando con ellos un efectivo poder económico (no hay que ol
vidar que de tal santuario los romanos, en el 264 a.C., se llevaron a Roma 2.500 es
tatuas). Tampoco faltaron, por otro lado, exvotos en los recintos sagrados de Tarqui
nia, Veyes, Caere y Vulci. O en el llamado Ninfeo Rosa, próximo a Falerii Veteres, que
ha facilitado un buen número de ejemplares anatómicos, cabezas votivas y máscaras.
La documentación arqueológica nos ha permitido conocer las formas más humil
des de piedad, al haber localizado numerosísimos exvotos de terracota, habiéndose
perdido, salvo excepciones, muchísimos otros de bronce y oro.
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