Page 137 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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te inalterado, nos recónditos das nossas memorias infantis»13. Cierta
mente es difícil valorar la incidencia de la letra escrita en el pensa
miento colectivo, pero se me antoja que las 103 páginas con las que
Ramón Menéndez Pidal introduce la Historia de España que, bajo su
dirección, comenzó a publicar Espasa-Calpe en 1947, han servido
para formalizar una imagen, de la que él mismo era dependiente, del
proceso histórico de la Península Ibérica. Esa imagen es la que aparen
temente está cambiando como consecuencia de las transformaciones
experimentadas por nuestra comunidad política y nuestra obligación
es, así lo creo, observar el cambio y operar lúcidamente en él.
Entre los recientes estudios —por otra parte sorprendentemente
abundantes— sobre Viriato destaca el variadísimo tratamiento que en
riquece y complica la sencilla imagen del héroe primitivo, arquetipo
de una conducta típicamente hispana que ha prestado su voz a las len
guas vecinas: «bandolero».
Pero el bandido lusitano ha sido ascendido por la bibliografía re
ciente a la realeza, en un ensayo que, sin pretenderlo, habría resuelto
problemas tan complejos como el ordenamiento político de los lusi
tanos o el de su componente indoeuropeo14. Y, más alto todavía, el
blasón de Zamora exhibe, inequívoco, el brazo de su héroe local;
Viriato no será nunca apátrida. Difícilmente, desde luego, en una
historiografía tan reivindicativa como ha sido la española.
Quizá fuera conveniente hacer pública la recomendación que me
indicó privatim el buen amigo y colega Femando Gaseó sobre las apre
ciaciones, entre burlonas y desgarradas, que estos asuntos sugirieron a
la buena pluma de Juan Goytisolo en su Reivindicación del Conde D. Ju
lián y como incitación a la lectura, un botón de muestra: «del espa-
ñolísimo vínculo existente entre el estoicismo y la tauromaquia: cam
peones de la evidente concatenación del gene, prueba de la perdura
ción secular de ciertos caracteres étnicos imborrables: del espíritu
atraído por sus raíces a lo eterno de la casta: de vuestra indudable fi
liación con Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé: de esa línea guadia-
nesca y soterraña que va de Sagunto y Numancia a la epopeya del Al
cázar de Toledo: restauradores de la continuidad celtibérica, visigóti
ca y várdula...»15.
13 Guerra y Fabiáo, «Viriato», 23.
14 García Quíntela, «Viriato», passim. También ha sido interpretado como jefe de
un protoestado en busca de un territorio: L. Pérez Vilatela, «Notas sobre la jefatura
de Viriato en relación con la Ulterior», Arch. Preb.“ Lev., 19,1989,191-204, esp. 202-203.
15 Cito de la edición de Mondadori (Madrid, 1994), pág. 135.
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