Page 156 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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tos, entre los que se cuentan Cinna, Pompeyo Estrabón, pero especial
mente el propio dictador. En la época siguiente no hará sino aumen
tar esta concentración de voluntades en personalidades y figuras de in
fluencia, entre las que están Pompeyo, Craso, Catilina y César. Pero
qué duda cabe de que, tras la muerte de Sila, es sobre todo Pompeyo
la más imponente personalidad individual, la que define la época.
Pompeyo y Craso
La investigación señala con énfasis la excepción que significaba
Pompeyo en el recién instaurado régimen silano, incrustado, como un
cuerpo extraño, en el gobierno senatorial, pero también discute las
continuas provocaciones de este enfant terrible del régimen a su crea
dor, el omnipotente Sila. En todo caso, resultan manifiestos, desde el
principio, los propósitos de Pompeyo, que, con el tiempo, se irán de
cantando. La emulación de grandes figuras de la historia, el énfasis de
su dignitas, la audacia y el oportunismo político del que hace gala es
tán encaminados a lograr aceptación primero y luego prestigio en la
clase dominante, y sus alianzas están encaminadas a incluirse en los
círculos más exclusivos de la nobilitas. En el contexto de esa nueva no
bilitas postsilana, Pompeyo, en lugar de una excepción, resulta más
bien un arquetipo, en el que se resumen las posibilidades de promo
ción de una época, cuyo propio carácter político es ya paradójico: Sila
había entregado las riendas del Estado a una renovada nobleza sena
torial, a la que previamente debilitó, no sólo sustrayéndole con las
proscripciones gran parte de su sustancia, sino incluyendo en ella arri
bistas y gentes sin escrúpulos, cuyo único título era la lealtad, sentida
o interesada, al dictador.
De poco podían servir las provisiones legales con las que había
querido preservarla, si ella misma era incapaz de protegerse, recupe
rando su autoridad, confianza y capacidad de decisión. Pero fue toda
vía más grave que la precipitada retirada de Sila, principal sostén del
nuevo régimen, estuviera seguida de un bronco desafío al sistema y a
su oligarquía por parte de elementos políticos y sociales perjudicados
por el dictador. Campesinos desposeídos, proscritos, víctimas de las
confiscaciones, levantarán de inmediato su voz para exigir devolución
de propiedades a sus antiguos dueños, regreso de los exiliados y abro
gación de las medidas del dictador, polarizados en dos focos de resis
tencia, que acaudillarán, respectivamente, Lépido en Italia y Sertorio
en Hispania. Y este débil senado, cuyos pocos miembros de prestigio
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