Page 194 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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primero que nació tras la muerte de Augusto. En opinión sarcástica de
       Wells,  sus  logros  permanentes  fueron  tres:  primero,  que  finalizó  el
       monopolio al trono de la familia Julio-Claudia (no fue esto intencio­
       nado); en segundo lugar, dejó una reputación imperecedera, no sana
       ciertamente,  pero  es  el  único  emperador  «absolutamente  memora­
       ble»; en tercer lugar, fue mecenas de las artes.
          Para comprender el mecanismo utilizado para la sucesión de Ner­
       va con Trajano y la de éste y el resto de la denominada dinastía anto-
       nina, hay que tener en cuenta que el régimen republicano no tenía ya
       partidarios y el Imperio no tenía una constitución que regulara el pro­
       blema, por lo que había tres posibles soluciones: la herencia directa,
       llevada a cabo por los flavios y rechazada por los excesos de Domicia­
       no; el pronunciamiento militar, que había dejado los terribles recuer­
       dos del 68-69 cuando la sucesión de Nerón, y la elección del mejor,
       que había sido utilizada incluso por Augusto.


          Los antoninos siguieron estas lecciones y se inclinaron por la teo­
       ría de la adopción del mejor: no se convierte en emperador el hijo del
       príncipe, sino la persona que a éste le ha parecido con las dotes nece­
       sarias para regir el imperio. El advenimiento de Trajano fue celebrado
       con fervor por Plinio el Joven en su Panegírico, y por Tácito, que pone
       en boca de Galba propósitos que deben ser los de Nerva: «Bajo Tibe­
       rio, Cayo y Claudio hemos sido como los herederos de una sola fami­
       lia;  lo  que  dará lugar a la libertad es  que con nosotros  comienza, y
       ahora que se ha extinguido la familia de los Julios y los Claudios, la
       adopción será encontrar cada vez al mejor optimum, quemque» (Hist.  1,
       16). La misma teoría optimista de la adopción se encuentra en el Pa­
       negírico de Trajano de Plinio el Joven, 7-9, y más tarde en Dión Cassio
       69, 20, 2 (discurso de Adriano adoptando a Antonio Pío, quizá ficti­
       cio).  Esta ideología tuvo un inmenso éxito, inspiró quizá dos  siglos
       más tarde a Diocleciano escogiendo a sus colaboradores fuera de toda
       idea dinástica, y permanece unida al nombre de los Antoninos.
          Pero esta teoría exigía, en primer lugar, que el emperador en ejer­
       cicio no tuviera un hijo, lo que fue el caso hasta Marco Aurelio, cuyo
       hijo  Comodo recibió  el imperio  sin discusión.  Después  el heredero
       elegido es siempre adoptado.
          Más grave era la posición tomada por los militares, a quienes Do­
       miciano había beneficiado siempre; los pretorianos habían matado al
       asesino y en Siria los soldados habían proclamado emperador al lega­
       do de la provincia.

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