Page 196 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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nalmente por Augusto y sus sucesores de puestos separados para los
       senadores y los equites; en el año 63, Nerón eliminó el foso de protec­
       ción para los emperadores en tomo al Circo Maximo para crear una
       fila de puestos especiales pará los caballeros.
          Esta relación con la República se rompe radicalmente en el perio­
       do considerado por los historiadores del Alto Imperio como «despo­
       tismo tiránico» (62-68). Nerón concibió su monarquía sobre el mode­
       lo faraónico y lágida:  el soberano es el representante, la encamación
       de Helios, y se encuentran trazos de esta ideología solar en los textos
       literarios (P. Grimal) y en las creaciones artísticas (G. Picard).
          El  más  impresionante  símbolo  de  esta  ideología  solar,  de  esta
       creencia en un destino astral con sus implicaciones astrológicas, es el
       famoso Coloso, levantado a la entrada de la Domus aurea (y desplaza­
       do en época flavia a la región del Coliseo, a la que dio nombre) repre­
       sentando a Nerón como Helios con la corona de rayos. Según algunos
       especialistas, la Domus aurea entera es un palacio del sol, como una in­
       mensa pérgola abierta a sus rayos benefactores, pero al mismo tiempo
       rodeada de jardines poblados de quioscos y «fábricas», es la heredera a
       una escala casi cósmica de las moradas de los ricos romanos del final
       de la República y quizá también  de  los  paraísos  (paradeisioi)  de  los
       grandes reyes iranios. La perfecta síntesis, generalmente mal entendi­
       da a causa de su extravagancia, del estetismo de Nerón y su programa
       político.
          Con el último de los Julio-Claudio el prestigio de la aristocracia es
       completamente destruido incluso en sus aspectos más banales. El de­
       senfreno de Nerón a la hora de organizar los juegos y espectáculos ha­
       cía difícil a los magistrados ordinarios no sólo organizar juegos paran-
       gonables a los del príncipe, sino incluso, en el caso de las carreras de
       carros, organizados.



          Trajano, por su parte, quiere representar la síntesis del aristócrata
       pacífico y del jefe militar. Plinio en Panegírico 76, 9 la representa cuan­
       do lo retrata como un príncipe bueno que va, igual que los antiguos
       cónsules, al foro y al campo de Marte. De este modo se crea el «víncu­
       lo con la República», que el emperador contribuye a crear con una se­
       rie de decisiones simbólicas, como la de restituir el inicio del tribuna­
       do a la fecha republicana del  10 de diciembre o la de no  aceptar el
       consulado del año 99 por hallarse fuera de Roma. Progresivamente su
       poder se basa en el ejercicio del proconsulado militar.
          Los verdaderos cambios desde la época de Augusto consisten en

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