Page 246 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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autoridades habían crucificado. Así lo afirmaban las Escrituras, bien
entendidas. En las filas judeocristianas tuvo que haber numerosos
sacerdotes de rango inferior y bastantes fariseos. Incluso se ha pensa
do —a partir de un análisis de la pseudopaulina Epístola a los Efe-
sios— que en ella había miembros de la comunidad esenia25. Para
todo este grupo judeocristiano la circuncisión y el sistema cultual del
Deuteronomio no se oponían en absoluto a la fe cristiana.
El papel dirigente de la comunidad no era desempeñado por Pe
dro, sino por Santiago, el hermano del Señor26, a quien estimaban so
bremanera los judíos no cristianos por su rigurosa observancia de la
Ley, apodándole «el Justo». A la luz de estas observaciones parece opor
tuno deducir que en esta primerísima comunidad de judíos cristianos
no podía haber variado apenas nada la postura respecto al Estado, re
presentado por el Imperio, que hemos descrito al hablar de Jesús.
El Apocalipsis nos ilustra a este respecto. Aunque compuesto qui
zás en el 96 —en realidad nada sabemos de cierto, puesto que tam
bién es posible una composición durante la persecución neroniana a
los judíos y cristianos del 64—, durante la persecución de Domiciano
contra los judíos (entre los que iban incluidos los cristianos)27, y por
tanto más de veinte años posterior a la aniquilación de esta comuni
dad primitiva, esta obra es un exponente claro de la tendencia judeo-
cristiana dentro del cristianismo. Tanto es así que estudios recientes
han derrochado notable esfuerzo para poner de relieve que el Apoca
lipsis no es un libro puramente judío, ¡sino fundamentalmente cristia
no! Pues bien, es conocida la repulsa esencial que el vidente de Pat
mos muestra por el Imperio Romano. El Apocalipsis es un escrito de
circunstancias destinado precisamente a levantar y a afianzar la moral
de los cristianos oprimidos hasta la muerte, precisamente porque no
aceptan participar en la vida del Imperio: lo mismo que el pueblo an
tiguo de Israel había padecido bajo el yugo violento de asirios, caldeos
y seléucidas, del mismo modo el nuevo y definitivo Israel —los cris
tianos— no tenía participación en las exigencias religiosas y sociales
del Imperio: Domiciano era el infame Nerón redivivo; Roma, la gran
prostituta, y el Imperio, la Bestia, que a instigación de Satanás se cons
25 Cfr. Ph. Vielhauer, Historia de ¡a literatura cristiana primitiva, Salamanca, 1991,
228 y s., 230.
26 Cfr. Hechos de los Apóstoles, 21,17: Pablo, llegado a Jerusalén, visita a Santiago y
a la gerusía que le rodea.
27 Cfr. B. Newman, «The Fallacy of the Domitian Hypthesis», New Testament Stu
dies, 10 (1963-1964)* 133 y ss.
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