Page 251 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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por todo lo que es de este mundo, «no es una desgracia, sino oportu
nidad excelente para un premio mayor en el otro. La conciencia que
da así escindida al filo de un mundo doble: el mundo de la carne y el
del espíritu; el segundo como instancia compensatoria del primero»39.
No es de extrañar, pues, que historiadores de talante marxista
como el que acabamos de citar hayan visto, con bastante razón, en
esta fisura de la conciencia cristiana encasillada en los parámetros pau
linos una fuente inagotable de alienación económica, social, política
e ideológica. Los cimientos de una ideología que prescinde del mun
do, pero siempre conservadora con la realidad social que tiene ante
sus ojos —una ideología de apoyo, directo o indirecto, al que ejerce la
dominación—, se encuentra sólidamente implantada en la teología de
Pablo.
Se ha asegurado repetidas veces que este espíritu conservador del
paulinismo ha de achacarse casi en exclusiva a la doctrina escatológi-
ca del apóstol, a saber a su creencia, firme también, de que el fin del
mundo era algo inmediato: por lo tanto no merecía la pena molestar
se por intervenir en él. Aunque esta creencia en un fin cercano es ab
solutamente real en Pablo —y para convencerse basta con leer la Pri
mera Epístola a los Tesalonicenses (en especial 4, 13-5, 3)40—, y ayuda
sustancialmente a esta actitud conformista (qué duda cabe, ya que
—como hemos indicado— el que espera un fin del mundo inmedia
to no se preocupa en nada de participar en su organización, sino de
prepararse espiritualmente para el final), no debe estimarse causa sufi
ciente para ella. En efecto, aunque Pablo no hubiera albergado esa
conciencia de la inmediatez del fin del mundo, sus ideas respecto a la
vida del cristiano dentro del Estado hubieran sido las mismas, ya que
se basa en aquella dicotomía metafísica, apoyada o engendrada por in
cipientes ideas gnósticas, que indicábamos anteriormente: la devalua
ción radical del mundo carnal, material, frente a las únicas realidades
sustanciales: las pneumáticas o espirituales.
De este modo, la concepción paulina se halla totalmente alejada
de la visión del mundo que animó a Jesús y a la primitiva comunidad
de seguidores en cuanto enraizada en último término en un mesianis-
mo teocrático, cuyo fin era —al menos en el deseo— acabar con la
39 Ibid., op. át., 218.
40 «Nosotros, los que vivimos, los supervivientes hasta la venida del Señor, cierta
mente no precederemos a los que ya reposaron... Los muertos en Cristo resucitarán pri
mero; después nosotros, los que vivimos, los supervivientes, seremos arrebatados junto
con ellos en las nubes, al encuentro del Señor en el aire»: 4, 15-17.
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