Page 154 - Debate anti-utopico
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                     En este escenario, las visiones institucionalistas de la democracia no
                  entendieron que el presidencialismo generaba distorsiones e inestabili-
                  dad, al ser utilizado como botín de guerra para distribuir privilegios entre
                  los partidos que conformaban una coalición de gobierno. Los partidos
                  políticos en Bolivia tampoco tuvieron algún tipo de democratización o
                  modernización interna, ocultando sus graves deficiencias de institucio-
                  nalización, lo cual aceleró su deslegitimación.
                     La combinación entre el presidencialismo, personalismo en el manejo
                  del poder y la existencia de coaliciones fragmentadas e indisciplinadas
                  para obedecer un programa de gobierno homogéneo, se convirtieron
                  en las bases que ahondaron la desinstitucionalización de la democracia
                  y sentaron las bases de quiebre en los momentos de crisis (Pérez Liñán,
                 2008). En aquel entonces, el reto más trascendente del gonismo consis-
                  tía en detener la súbita irrupción del Movimiento Al Socialismo (MAS)
                  con Evo Morales a la cabeza que terminó como el segundo candidato
                  presidencial más votado en agosto de 2002.
                     El segundo gobierno de Sánchez de Lozada nació obsesionado por la
                  necesidad de impedir, a toda costa, el ascenso al poder del líder cocalero,
                  antes que por un razonamiento estratégico para articular un gobierno
                  capaz de profundizar políticas importantes y ya establecidas como la
                  Reforma Educativa, tremendamente cuestionada desde 1999, o la Par-
                  ticipación Popular, que para Goni no significaba la posibilidad de una
                  mayor descentralización política para el país, pues tampoco estaba con-
                  vencido de establecer gobiernos regionales autónomos como se plantearía
                  después (mayor autonomía regional a partir de 2004). Finalmente, sus
                  políticas de privatización desencadenaron una tenaz oposición porque la
                  comercialización de los yacimientos de gas cayó en un agujero de oscu-
                  ridad y favoritismos hacia las empresas multinacionales, frente a una
                  nueva demanda de grandes sectores de la opinión pública que defendían
                  la nacionalización de los hidrocarburos.
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