Page 155 - Debate anti-utopico
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La izquierda desfigurada en los tiempos democráticos        155



                El gonismo duró exactamente diez años. Apareció en el poder en
            1993, su partido perdió las elecciones presidenciales de 1997; como opo-
             sición padeció de una seria debilidad constructiva para profundizar la
            democracia boliviana y, por último, ganó nuevamente las elecciones del
            año 2002 donde terminó hundiéndose en el autoritarismo, la falta de
            visión tolerante y, como una especie de embrujo maldito, Sánchez de
            Lozada y el MNR cosecharon lo que se había sembrado desde la histó-
            rica Revolución Nacional de 1952. Esta revolución fue capaz de destruir
            el viejo orden oligárquico pero sin crear un verdadero Estado democrá-
            tico (Gamboa, 2001).
                La Revolución Nacional atacó las estructuras enmohecidas de la
             sociedad boliviana en la segunda mitad del siglo XX pero no produjo,
            ni en lo social ni en lo económico, una sociedad nueva. La revolución
            económica neoliberal que el gonismo quiso instaurar embelesando a los
            medios de comunicación y a muchos intelectuales, trató de acelerar la
            modernización del país a partir de una serie de políticas financiadas y
             subordinadas desde el ámbito internacional por los organismos multilate-
            rales de desarrollo, pero no consiguió un verdadero despegue económico.
            No generó quinientas mil fuentes de empleo como lo prometió y prosiguió
            con la corrupción, una gangrena que, junto a la violencia en la ciudad
            de El Alto durante la Guerra del Gas, estimuló protestas masivas hasta
            echarlo del poder en octubre de 2003.
                El conjunto de las reformas gonistas y su implementación carecie-
            ron de una genuina voluntad para transformar las instituciones estatales
            que siguieron funcionando con mucha ineficiencia y clientelismo. Bajo
            el argumento de preservar el dominio político, se trató de colonizar el
            aparato estatal, sin poner en práctica ningún criterio de respeto a la ley
            para cumplir con los mandatos de una democracia institucionalizada,
            capaz de resolver los problemas públicos desde una burocracia profesio-
            nal, estable, meritocrática y previsora.
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