Page 169 - Debate anti-utopico
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La izquierda desfigurada en los tiempos democráticos        169



            dificultades, éstas habían desaparecido. Al no realizar un referéndum de
            consulta sobre la exportación de gas y al ver que una Asamblea Constitu-
            yente era un hecho banal, Sánchez de Lozada evaluó sus posibilidades y
            límites en forma desdeñosa. No advirtió los problemas en su real dimen-
             sión, confundió la política a ejecutar con el instrumento, las exigencias
            de lo inmediato con el largo plazo, la cáscara con el contenido, minimizó
            los peligros y no previó los costos políticos ni económicos.
                Lo paradójico entre la ascensión al poder por segunda vez de Sánchez
            de Lozada y su posterior destrucción, fue que en junio del año 2002 una
            gran marcha indígena de las regiones andinas y las tierras bajas llegó a la
            ciudad de La Paz exigiendo una Asamblea Constituyente. Los marchistas
            fueron recibidos por el Congreso nacional integrado por las élites polí-
            ticas que estuvieron en el corazón de los pactos de gobernabilidad desde
            1985. Absolutamente todos intentaron convencer a los indígenas de que
            la Asamblea no sólo era imposible, sino que prácticamente representaba
            algo fuera de la ley porque la Constitución Política de 1993 no preveía
            ninguna Constituyente como oportunidad para llevar a cabo transfor-
            maciones económicas, políticas y sociales . ¿Dónde radicaba la paradoja?
            En octubre de 2003, oponerse a la Asamblea Constituyente y negar la
            nacionalización de los hidrocarburos, se convirtieron en un detonante
            que evidenció cómo Sánchez de Lozada y las élites de la gobernabilidad
            estaban profundamente equivocadas y le habían mentido al país, o por
            lo menos, habían ocultado una solución mediante alternativas de parti-
            cipación abiertas a considerar las peticiones indígenas.
                La crisis de gobernabilidad del 12 y 13 de febrero de 2003 sorprendió
            al país entero. Se desencadenó por intemperancia, falta de concertación
            y un pésimo sentido de oportunidad debido a que Sánchez de Lozada
            decidió aprobar un impuesto a los ingresos para cubrir el déficit fiscal. El
            impuestazo de febrero en condiciones de pobreza, marginalidad y des-
            empleo crónico cayó como un balde de agua fría en la conciencia de toda
            Bolivia. La noche del 11 de febrero, un grupo de policías se amotinaron
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