Page 170 - Debate anti-utopico
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exigiendo mejoras salariales y una serie de beneficios. Al día siguiente,
ni el Ministro de Defensa, ni el Ministro de Gobierno pudieron evitar
una balacera entre militares y policías en la Plaza Murillo, escenario del
poder presidencial. Es muy probable que el mismo Sánchez de Lozada
haya dado la orden final para desbaratar la protesta policial mediante la
intervención violenta del ejército. De cualquier manera, entre la una y las
cuatro de la tarde del 12 de febrero, el Presidente y sus Ministros desapa-
recieron del palacio de gobierno. Los saqueos y la enajenación colectiva
coparon las calles y el vacío de poder duró dos días.
Al final, el gonismo realizó un cambio de gabinete pero las principa-
les actitudes hacia la administración estatal se mantuvieron iguales que
en los últimos 30 años de democracia inestable. No hubo una conciencia
para transformar las instituciones porque la democracia boliviana pri-
vilegió la competencia entre el sistema de partidos políticos, dejando de
alentar el consenso entre el Estado y la sociedad civil. Esto dio lugar a
una insatisfacción ciudadana muy grande que reclamó el poder compar-
tido, mientras que el gonismo, como expresión final de la democracia
pactada, trato de defender solamente la capacidad de instaurar gobiernos
de mayoría partidaria. Sánchez de Lozada quiso impulsar la acción pri-
vada versus la autoridad pública que demandaba intensamente un nuevo
pacto socio-político con la Constituyente.
La crisis del régimen de Sánchez de Lozada radica en que el
nacimiento de su gobierno descansó estrictamente sobre la coalición
MNR-MIR-NFR; es decir, sobre objetivos partidarios y estrategias de
gobernabilidad inconclusas, anulando la necesidad imperiosa de reformar
el Estado para gobernar por políticas que se conviertan en una activi-
dad normativa.
Desde febrero de 2003, los ciudadanos deseaban influir en la polí-
tica pública y se les cerró el paso de manera tajante. El gobierno elegido
popularmente debe ejercer sus poderes sin la obstrucción ni el control
de funcionarios no elegidos. Sin embargo, esto fue lo que Sánchez de