Page 178 - Debate anti-utopico
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                  financieros y humanos apropiados, era altamente dependiente de la coo-
                  peración oficial para el desarrollo y la mayoría de su población veía con
                  escepticismo o desconfianza la posibilidad de superar nuestros proble-
                  mas como una nación sólida.
                     De 1952 a 2002 se vivieron cincuenta años de esfuerzo y decepción.
                  Bolivia jamás tuvo una guerra civil prolongada, un conflicto internacional
                  que le haga víctima de bloqueos económicos o la tragedia de epidemias
                  devastadoras. Nunca enfrentó los desastres de una bomba atómica como
                  Japón, tampoco soportó una secesión como Corea. No conoce una explo-
                  sión demográfica que condene a millones a la inanición como en China.
                  Nada de esto, pero Japón, Corea del Sur, China, Tailandia, Malasia,
                 Vietnam y algunos estados descentralizados dentro de India registran
                  niveles de desarrollo envidiables, crecimiento económico, prosperidad y
                  mayor equidad que Bolivia entre 1960 y los años dos mil. Esto debería
                  hacer reflexionar por todo el tiempo perdido, la retahíla de mentiras y
                  traiciones en que el país cayó gracias a las decisiones y acciones empren-
                  didas por líderes históricos como Paz Estenssoro, Siles Suazo, Lechín
                  Oquendo y Sánchez de Lozada que todavía amenazan como insectos
                  venenosos en el sistema político y sindical contemporáneo.
                     Las actuales generaciones constantemente deben estudiar y seguir
                  revisando las consecuencias de la revolución del 52, sus protagonistas y
                  lo que todavía falta por revelar. Nuestra memoria no debe desfallecer a
                  este respecto: recuerdo y reflexión, ansiedad y responsabilidad, el ritmo
                  del péndulo debe ser re-equilibrado y puesto en su lugar para seguir
                  adelante, aún a pesar de los magros resultados en materia de desarrollo,
                  modernización, dignidad y justicia social en Bolivia; es decir, a pesar
                  de la herencia inerte en que desembocó aquel experimento revoluciona-
                  rio y que el gonismo intentó olvidar sin siquiera sobrevivir más allá de
                  los diez años. Ideal liberal o espuma superficial sobre aguas estancadas,
                  Sánchez de Lozada se desvaneció en medio de explosiones de furia y
                  violencia impune.
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