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de la Edad Media sacaron partido de dicha renovación, especialmente al  poner Je
                                                 relieve las capitulares o letras iniciales de cada capítulo. Probablemente se deba a
                                                 un abuso del  lenguaje la utilización del término «iluminación» para referirse a las
                                                 extraordinarias pequeñas imágenes y ornamentos que decoran las páginas de los
                                                 manuscritos, a menudo trazados al  pincel y realzados por colores opacos.
                                                 Por nuestra parte, preferimos el término <<miniaturas>•, ya que el iluminador no
                                                 es más que un concienzudo ejecutor, encargado de colorear un dibujo realizado
                                                 anteriormente por las expertas manos del miniaturista, que es realmente el artista
                                                 original. Por otro lado, la palabra «miniatura • proviene de minium, término que
                                                 se empleaba en la Edad Media para designar el cinabrio, un pigmento de color
                                                 rojo vivo. Sin embargo, esta denominación parece errónea, pues el rojo de minio
                                                 extraído del óxido de plomo difiere ligeramente del cinabrio, que proviene del
                                                 sulfuro de mercurío. Las nomenclaturas medievales que designaban los colores no
                                                 son siempre claras y la literatura especializada, que por cierto no es muy abundante
                                                 en comparación con otras disciplinas, parece un tanto ambigua. Se reconoce
                                                 generalmente que los tratados medievales son de dos clases:  los que están escritos
                                                 por especialistas y practicantes de este arte, y los que ofrecen una compilación de
                                                 recetas más o menos exactas, a menudo de autores anónimos. Desde un punto
                                                 de vista cronológico, esta literatura puede clasificarse en tres períodos. El  primer
                                                 período abarca desde el siglo VII I  hasta  1200. Incluye obras voluminosas que reúnen
                                                 información de muy diversa índole en las que ocasionalmente aparecen recetas de
                                                 colores.  La  mayoría de estas compilaciones se inspiran ampliamente en Mappae
                                                 Clavicula, una obra de principios del siglo x.  En  el siglo x1, y en clara ruptura con
                                                 la tradición de los compiladores, aparece De clarea, del anonymus Bernensis, que
                                                 presenta con profusión de detalles la preparación y utilización de la  clara de huevo.
                                                 Se trata sin duda de la obra de un practicante de este arte. Los tratados del segundo
                                                 período, que abarca desde el siglo xn hasta 1400, se distinguen por su vocación de



















          Primera página de la Schedula diversarum
          artium, del monje Teófilo. Esle tratado del
          siglo  Xll constituye  uno de los textos más
          significativos de la  literatura artística medieval.
          Se atribuye a un monje alemán que, por
          razones de humildad, prefirió mantener
          el anonimato. Sin embargo, al final del
          manuscrito se lee la  frase:  •Theophilus qu i
          est Rugen1s. • Teófilo podría ser un seudónimo
          helenizante. Éste  último ha sido identificado
          como Rugerus, un célebre orfebre que trabajó
          hacia 1120 en el monasterio benedictino de
          Helmarshausen, en Sajonia. En cualquier caso,
          la Schedula supone un libro innovador en la
          medida en  que Teófilo rompe con los autores
          anligtiOS  y presenta recetas basadas en su
          propia experiencia.





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