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pigmentada. Por otro lado, aunque la técnica de la miniatura no constituye el
objetivo central de este libro, nos ha parecido indispensable abordar este aspecto,
dado el ex•guo numero de estudios dedicados a este tema que, desgraciadamente,
a menudo queda relegado al silencio. Al hablar de miniaturas debemos tener en
cuenta que se trata de una disciplina cuyas reglas son bastante rigurosas, tanto en lo
que se refiere a los pigmentos como a su aplicación. Por otro lado, no desestimamos
métodos modernos de fabricación de colores que, por comodidad, recurren con
frecuencia a la qufmica. Sin embargo, pese a los ingeniosos esfuerzos de nuestros
químicos y sin olvidar que han sido capaces de producir unos colores bellos y
sólidos, nos vemos obligados a constatar que los pigmentos modernos no ofrecen
la misma brillantez ni la misma fuerza que muchos de los colores de antaño.
Por ejemplo, algunos azules muy profundos, como el ínt.ligo, el esmalte o el
tornasol, carecen de equivalentes actuales. Ciertamente, aun presentando la misma
tonalidad, no todos los pigmentos reacc•onan a la luz del mismo modo. Disentimos
completamente sobre este aspecto con quienes, bajo el pretexto de la modernidad,
se contentan con el primer gouache que tienen a mano. Utilizando cualquier
color con ingenuidad y realizando dibujos empalagosos, estos ~artistas» producen
ilustraciones victorianas, pero ciertamente no se puede decir que hagan miniaturas.
Antes de describir los principales colorantes, debemos señalar que éstos se
componen de pigmentos orgánicos e inorgánicos. Los primeros proceden de
materias vivas y se pueden dividir en sustancias animales (cochinilla, negro
de marfil) y vegetales (ínrugo, tornasol, cúrcuma). Por su parte, los pigmentos
inorgánicos son sustancias colorantes extraídas de minerales (sulfuro de mercurio,
malaquita, lapislázuli). Los pigmentos preparados químicamente o sintéticos
también forman parte de este grupo (ultramar francés, cobalto).
Frascos con diversos
pigmentos, naturales o
sinléticos.
Cómo se prepara un agua engomada
El agua engomada, cuyo empleo es constante, especialmente en el triturado de los
pigmentos, se prepara con goma arábiga. Por hermosa que sea, la goma arábiga
siempre va cargada de impurezas que deben ser eliminadas a toda costa. Para ello
se confecciona una pequeña bolsa con un retaJ de seda o de muselina en la que se
inlToduce la goma que se vaya a disolver, en granos o en pequeñas pastillas, y se
sumerge en un vaso lleno de agua destilada. Se deja reposar hasta la total disolución
de la goma arábiga. A continuación se saca la pequeña bolsa de tela y se vierte la
goma líquida en una botella para utilizarla según nuestras necesidades. La goma
disuelta de este modo produce un agua engomada de la máxima pureza, pero tiene
la desventaja de que a veces se cubre de un ligero moho si no se utiliza diariamente.
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