Page 215 - El Retorno del Rey
P. 215
filas y filas de pequeñas formas negras.
—No me gusta nada cómo pinta esto —dijo Sam—. No es muy alentador…
excepto que donde vive tanta gente tiene que haber pozos, o agua; y comida, ni
que hablar. Y éstos no son orcos sino hombres, si la vista no me engaña.
Ni él ni Frodo sabían nada de los extensos campos cultivados por esclavos en
el extremo Sur del reino, más allá de las emanaciones de la montaña y en las
cercanías de las aguas sombrías y tristes del Lago Núrnen; ni de las grandes
carreteras que corrían hacia el este y el sur a los países tributarios, de donde los
soldados de la Torre venían con largas caravanas de víveres y botines y nuevas
legiones de esclavos. Allí, en las regiones septentrionales, se encontraban las
fraguas y las minas, allí se acantonaban las reservas humanas para una guerra
largamente premeditada; y allí también el Poder Oscuro reunía sus ejércitos,
moviéndolos como peones sobre el tablero. Las primeras movidas, con las que
había probado fuerzas, habían puesto las piezas en jaque en el frente occidental,
en el Sur y en el Norte. Y ahora las había retirado, y engrosándolas con nuevos
refuerzos, las había apostado en las cercanías de Cirith Gorgor en espera del
momento propicio para tomarse la revancha. Y si lo que se proponía era
defender a la vez la montaña de una probable tentativa de asalto, no podía
haberlo hecho mejor.
—¡Y bien! —prosiguió Sam—. No sé qué tienen de comer y de beber, pero
no está a nuestro alcance. No veo ningún camino que nos permita llegar allá
abajo. Y aunque lográsemos descender, jamás podríamos atravesar ese territorio
plagado de enemigos.
—No obstante tendremos que intentarlo —replicó Frodo—. No es peor de lo
que yo me imaginaba. Nunca tuve la esperanza de llegar; tampoco la tengo
ahora. Pero aun así, he de hacer lo que esté a mi alcance. Por el momento
impedir que me capturen, tanto tiempo como sea posible. Me parece pues, que
tendremos que continuar hacia el norte, y ver cómo se presentan las cosas allí
donde la llanura comienza a estrecharse.
—Creo adivinar cómo se presentarán —dijo Sam—. En la parte más estrecha
de la llanura los orcos y los hombres estarán más apiñados que nunca. Ya lo verá,
señor Frodo.
—Supongo que lo veré, si alguna vez llegamos —dijo Frodo, y dio media
vuelta.
No tardaron en descubrir que no podían continuar avanzando a lo largo de la
cresta del Morgai, ni por los niveles más altos, donde no había senderos y
abundaban las hondonadas profundas. Por último tuvieron que regresar por el
barranco que habían escalado, en busca de una salida desde el valle. Fue una
caminata ardua, pues no se atrevían a cruzar hasta el sendero que corría del lado