Page 224 - El Retorno del Rey
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espada, hubo un alivio inesperado. Ahora estaban en plena llanura y se
acercaban a la entrada de Udûn. No lejos de ella, delante de la puerta próxima a
la cabecera del puente, el camino del oeste convergía con otros que venían del
sur y de Barad-dûr, y en todos ellos se veía un agitado movimiento de tropas;
pues los Capitanes del Oeste estaban avanzando, y el Señor Oscuro se apresuraba
a acantonar en el norte todos sus ejércitos. Así ocurrió que a la encrucijada
envuelta en tinieblas, inaccesible a la luz de las hogueras que ardían en lo alto de
los muros, llegaron simultáneamente varias compañías. Hubo encontronazos
violentos y una gran confusión, y gritos y maldiciones, porque cada compañía
trataba de ser la primera en llegar a la puerta y al final de la marcha. A pesar de
los gritos de los cabecillas y del chasquido de los látigos, hubo escaramuzas, y
algunas espadas se desenvainaron. Una tropa de uruks de Barad-dûr armados
hasta los dientes atacó a los Durthang, desordenando las filas.
Aturdido como estaba por el dolor y el cansancio, Sam se despabiló de golpe,
y aprovechando en seguida la ocasión se arrojó al suelo, arrastrando a Frodo.
Lentamente, a cuatro patas y a la rastra, los hobbits se alejaron del tumulto, hasta
que por fin y sin que nadie los viera llegaron a la orilla opuesta del camino y
trepándose a una especie de parapeto bajo destinado a orientar a los guías de las
tropas en las noches oscuras o brumosas, se dejaron caer al otro lado.
Durante un rato permanecieron inmóviles. La oscuridad era demasiado
impenetrable para buscar un refugio, si había alguno en aquel lugar; pero Sam
tenía la impresión de que les convenía en todo caso alejarse un poco más de las
carreteras principales y de la luz de las antorchas.
—¡Vamos, señor Frodo! —murmuró—. Arrástrese usted un poquito más, y
en seguida podrá descansar.
Con un último esfuerzo desesperado, Frodo se apoyó sobre las manos y
avanzó unas veinte yardas. Y entonces cayó en un pozo poco profundo que
inesperadamente se abrió delante de ellos, y allí permaneció inmóvil como un
cuerpo sin vida.