Page 319 - El Retorno del Rey
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hacer algún desaguisado allá arriba, antes de la mañana.
        —Está  bien,  Sam  —dijo  Coto—.  Llévate  a  un  par  de  mozalbetes,  y  ve  a
      buscarlo  y  tráelo  a  mi  casa.  No  necesitarás  acercarte  a  la  vieja  aldea  de
      Hobbiton en Delagua. Mi Alegre te indicará el camino.

      Sam  partió.  Merry  puso  unos  centinelas  alrededor  de  la  aldea  y  junto  a  las
      barreras  durante  la  noche.  Luego  fue  con  Frodo  a  casa  del  granjero  Coto.  Se
      sentaron con la familia en la caldeada cocina, y los Coto, por pura cortesía, les
      hicieron unas pocas preguntas sobre los viajes que habían hecho, pero en verdad
      casi  no  escuchaban  las  respuestas:  les  interesaba  mucho  más  lo  que  estaba
      aconteciendo en la Comarca.
        —Todo empezó con Granujo, como nosotros lo llamamos —dijo el viejo Coto
      —,  y  empezó  apenas  se  fueron  ustedes,  señor  Frodo.  Tenía  ideas  raras,  el
      Granujo.  Quería  ser  el  dueño  de  todo,  y  mandar  a  todo  el  mundo.  Pronto  se
      descubrió  que  ya  tenía  más  de  lo  que  era  bueno  para  él;  y  continuaba
      acumulando  más  y  más,  aunque  de  dónde  sacaba  el  dinero  era  un  misterio:
      molinos  y  campos  de  cebada,  y  tabernas  y  granjas,  y  plantaciones  de  hierba
      para pipa. Ya antes de venir a vivir a Bolsón Cerrado había comprado el Molino
      de Arenas, según parece.
        » Naturalmente, comenzó con las propiedades que le había dejado el padre
      en  la  Cuaderna  del  Sur;  y  parece  que  desde  hacía  un  par  de  años  estaba
      vendiendo grandes partidas que sacaba en secreto de la Comarca. Pero a fines
      del año pasado se atrevió a mandar carretones enteros, y no sólo de hierba. Los
      víveres  comenzaron  a  escasear  y  el  invierno  se  acercaba.  La  gente  estaba
      furiosa,  pero  él  sabía  cómo  responder.  Y  empezaron  a  llegar  hombres  y  más
      hombres, bandidos casi todos y algunos se llevaban las cosas en grandes carretas,
      y otros se quedaban. Y seguían llegando y llegando, y antes que nos diéramos
      cuenta  de  lo  que  pasaba,  los  teníamos  instalados  aquí  y  allá,  y  por  toda  la
      Comarca, y talaban los árboles y hacían excavaciones y construían cobertizos y
      casas  donde  y  como  se  les  antojaba.  Al  principio,  Granujo  pagaba  las
      mercancías  y  los  daños;  pero  al  poco  tiempo  los  hombres  empezaron  a  darse
      aires y a apropiarse de todo lo que querían.
        » En ese entonces hubo algún descontento, pero no suficiente. El viejo Will, el
      alcalde, marchó a Bolsón Cerrado, a protestar, pero nunca llegó a destino. Los
      bandidos le echaron mano y se lo llevaron y lo encerraron en una covacha en
      Cavada  Grande,  y  allí  está  todavía.  Desde  entonces,  poco  después  del  Año
      Nuevo, no hemos tenido más alcalde, y el Granujo se hizo llamar Jefe de los
      Oficiales de la Comarca, o Jefe a secas, y hacía lo que le daba la gana; y si a
      alguien « se le subían los humos» , como ellos decían, corría la misma suerte de
      Will. Y así las cosas iban de mal en peor. No había hierba de pipa para nadie,
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