Page 326 - El Retorno del Rey
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—¡Zarquino! —exclamó.
Saruman se echó a reír.
—De modo que ya has oído mi nombre ¿eh? Así, creo, me llamaban en
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Isengard todos mis súbditos. Una prueba de afecto, sin duda . Pero parece que
no esperabas verme aquí.
—No por cierto —dijo Frodo—. Pero podía haberlo imaginado. Un poco de
maldad mezquina. Gandalf me advirtió que aún eras capaz de eso.
—Muy capaz —dijo Saruman—, y más que de un poco. Me hacéis gracia
vosotros, señoritos hobbits, cabalgando por ahí con todos esos grandes personajes,
tan seguros y tan pagados de vuestras pequeñas personitas. Creíais haber salido
muy airosos de todo esto, y que ahora podíais volver tranquilos a casa, a disfrutar
de la paz del campo. La casa de Saruman podía ser destruida, y él expulsado,
pero nadie podía tocar la vuestra. ¡Oh, no! Gandalf iba a cuidar de vuestros
asuntos. Saruman volvió a reír.
—¡Él, justamente! Cuando sus instrumentos dejan de servirle, los deja a un
lado. Pero vosotros teníais que seguir pendientes de él, fanfarroneando y
perdiendo el tiempo, y volviendo por un camino dos veces más largo que el
necesario. Bien, pensé, si son tan estúpidos, llegaré antes y les daré una lección.
Una mano lava la otra. La lección habría sido más dura si me hubierais dado un
poco más de tiempo y más hombres. De todos modos, pude hacer muchas cosas
que os será difícil reparar o deshacer en vuestra vida. Y será un placer para mí
pensarlo, y resarcirme así de las injurias que he recibido.
—Bueno, si eso te da placer —dijo Frodo—, te compadezco. Temo que sólo
será un placer en el recuerdo. ¡Márchate de aquí inmediatamente y no vuelvas
nunca más!
Los hobbits de la aldea, al ver salir a Saruman de una de las cabañas, se
habían amontonado junto a la puerta de Bolsón Cerrado. Cuando oyeron la orden
de Frodo, murmuraron con furia:
—¡No lo deje ir! ¡Mátelo! Es un malvado y un asesino. ¡Mátelo!
Saruman miró el círculo de caras hostiles y sonrió.
—¡Mátelo! —repitió, burlón—. ¡Matadlo vosotros, si creéis ser bastante
numerosos, mis valientes hobbits! —Se irguió, y los ojos negros se clavaron en
ellos con una mirada sombría—. ¡Mas no penséis que al perder todos mis bienes
perdí también todo mi poder! Aquel que se atreva a golpearme será maldecido.
Y si mi sangre mancha la Comarca, la tierra se marchitará, y nadie jamás podrá
curarla.
Los hobbits retrocedieron. Pero Frodo dijo:
—¡No lo creáis! Ha perdido todo su poder, menos la voz que aún puede
intimidaros y engañaros, si le prestáis atención. Pero no quiero que lo matéis. Es
inútil pagar venganza con venganza. ¡Márchate de aquí, Saruman y por el
camino más corto!