Page 327 - El Retorno del Rey
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—¡Serpiente! ¡Serpiente! —gritó Saruman; y de una de las cabañas vecinas,
arrastrándose como un perro, salió Lengua de Serpiente—. ¡De nuevo a los
caminos, Serpiente! —dijo Saruman—. Estos delicados amigos y señoritos nos
echan otra vez a los caminos. ¡Sígueme!
Saruman se volvió como si fuera a partir, y Lengua de Serpiente lo siguió,
arrastrándose. Pero en el momento en que Saruman pasaba junto a Frodo un
puñal le centelleó en la mano, y lanzó una rápida estocada. La hoja rebotó contra
la oculta cota de malla, y se quebró, con un golpe seco. Una docena de hobbits,
con Sam a la cabeza, se abalanzaron con un grito y derribaron al villano.
—¡No, Sam! —dijo Frodo—. No lo mates, ni aun ahora. No me ha herido. En
todo caso, no deseo verlo morir de esta manera inicua. En un tiempo fue grande,
de una noble raza, contra la que nunca nos hubiéramos atrevido a levantar las
manos. Ha caído, y devolverle la paz y la salud no está a nuestro alcance; mas
yo le perdonaría la vida, con la esperanza de que algún día pueda recobrarlas.
Saruman se levantó y clavó los ojos en Frodo. Tenía una mirada extraña,
mezcla de admiración, de respeto y de odio.
—Has crecido, mediano —dijo—. Sí, has crecido mucho. Eres sabio y cruel.
Me has privado de la dulzura de mi venganza, y en adelante mi vida será un
camino de amargura, sabiendo que la debo a tu clemencia. ¡La odio tanto como
te odio a ti! Bien, me voy, y no te atormentaré más. Mas no esperes de mí que te
desee salud y una vida larga. No tendrás ni una ni otra. Pero eso no es obra mía.
Yo sólo te lo auguro.
Se alejó, mientras los hobbits se apartaban para que pasase; pero los nudillos
les palidecían al apretarlos sobre las armas. Lengua de Serpiente titubeó y luego
siguió a su amo.
—¡Lengua de Serpiente! —llamó Frodo—. No es preciso que lo sigas. Que yo
sepa, tú no me has hecho ningún mal. Podrás tener reposo y alimento aquí, por
algún tiempo, hasta que estés más fuerte y puedas seguir tu verdadero camino.
Lengua de Serpiente se detuvo y se volvió a mirarlo, casi decidido a
quedarse. Saruman dio media vuelta.
—¿Ningún mal? —graznó—. ¡Qué esperanza! Cuando sale de noche
furtivamente, es sólo para contemplar las estrellas. Pero ¿no oí preguntar a
alguien dónde estaba escondido el pobre Otho? Tú lo sabes ¿no es verdad,
Serpiente? ¿Se lo vas a decir?
Lengua de Serpiente se encogió y gimió:
—¡No, no!
—Entonces, yo se lo diré —dijo Saruman—. Serpiente mató a vuestro Jefe,
mis pobres amiguitos, a vuestro buen pequeño patrón. ¿No es verdad, Serpiente?
Lo apuñaló mientras dormía, creo. Lo enterró, espero; aunque últimamente
Serpiente ha pasado mucha hambre. No, Serpiente no es bueno en realidad.
Mejor será que lo dejéis en mis manos.