Page 329 - El Retorno del Rey
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Los Puertos Grises
P oner orden en el desbarajuste les costó mucho trabajo, pero llevó menos
tiempo del que Sam había temido. Al día siguiente de la batalla Frodo fue a
Cavada Grande y liberó a los presos de las Celdas. Uno de los primeros que
encontraron fue el pobre Fredegar Bolger, ya no más el Gordo Bolger. Lo habían
tomado prisionero en los Tejones, cerca de las colinas de Scary, cuando los
bandidos habían fumigado el refugio de un grupo de rebeldes que él encabezaba.
—¡A fin de cuentas te hubiera convenido venir con nosotros, pobre viejo
Fredegar! —dijo Pippin, mientras lo llevaban, pues estaba demasiado débil para
caminar.
Fredegar abrió un ojo y valientemente trató de sonreír.
—¿Quién es este joven gigante de voz potente? —musitó—. ¡No será el
pequeño Pippin! ¿Qué número de sombrero calzas ahora?
Luego encontraron a Lobelia. Estaba muy envejecida la pobre, cuando la
sacaron de un calabozo oscuro y estrecho. Pero ella se empeñó en salir con sus
propias piernas, cojeando y tambaleándose; y cuando apareció apoyada en el
brazo de Frodo, con el paraguas siempre apretado en la mano, fue tan calurosa la
acogida, y hubo tantas ovaciones y tantos aplausos que se deshizo en lágrimas.
Nunca en su vida había sido tan popular. Pero la noticia del asesinato de Otho la
trastornó a tal punto que no quiso volver nunca más a Bolsón Cerrado. Se lo
devolvió a Frodo y se fue a vivir con su familia, los Ciñatiesa de Casadura.
Y cuando murió la pobre criatura en la primavera siguiente —al fin y al cabo
ya tenía más de cien años—, Frodo se enteró, sorprendido y profundamente
conmovido, de que le había dejado todo su dinero y el de Otho para que ayudase
a los hobbits a quienes las calamidades de la Comarca habían dejado sin hogar. Y
así terminó aquella larga enemistad.
El viejo Will Pieblanco había estado encerrado en las Celdas más tiempo que
todos, y aunque tal vez lo maltrataran menos, necesitaba comer mucho antes de
volver a la alcaldía, y Frodo aceptó el cargo de suplente hasta que el señor
Pieblanco estuviese de nuevo en condiciones. Lo único que hizo durante su
mandato fue reducir el número de los Oficiales de la Comarca, y limitarles las
funciones a lo que era adecuado y normal. El cometido de echar del país a los
últimos rufianes fue confiado a Merry y a Pippin, y cumplido rápidamente. Las
pandillas que se habían refugiado en el sur, al tener noticias de la Batalla de
Delagua, huyeron ofreciendo poca resistencia al Thain. Antes de Fin de Año los
contados sobrevivientes quedaron cercados en los bosques, y aquellos que se
rindieron fueron puestos en las fronteras.
Mientras tanto, los trabajos de restauración avanzaban con rapidez y Sam
estaba siempre ocupado. Los hobbits son laboriosos como las abejas, cuando la