Page 152 - La Traición de Isengard
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como a uno de esos simplones que tienes por amigos”, dijo. “No te he hecho
venir para que me instruyas, sino para darte la posibilidad de elegir. Un nuevo
poder ha aparecido. Contra él no hay esperanza, va a ganar. [Añadido al margen
sin indicación para su inserción: Luchamos contra él en vano… y, en todos los
casos, tontamente; porque siempre lo hemos observado desde el exterior con
odio, y no hemos considerado cuáles son sus últimos objetivos. Sólo hemos visto
las cosas hechas, a menudo por necesidad, o provocadas por la resistencia y la
estúpida rebelión.] Yo creceré a medida que el poder crezca, hasta que todo sea
nuestro. Al final, yo —o nosotros, si te unes a mí— podría llegar a controlar ese
Poder. ¿Y por qué no? ¿No podríamos, con estos medios, conseguirlo todo, y más
aún, por lo que nos hemos esforzado antes con la ayuda de los débiles Hombres y
los fugitivos Elfos?”
» “¡Ve al grano!”, exclamé. “¡Expón tu elección! Es ésta, ¿verdad?
Someterme como tú lo has hecho a Sauron [lectura alternativa: Someterme a ti y
a Sauron], ¿o qué?”
» “Quedarte aquí hasta el fin”, dijo.
» “¿Hasta qué fin?”
» “Hasta que el Señor tenga tiempo de considerar qué destino tuyo le causaría
más placer.” [159]
» Me tomaron —dijo Gandalf—, y me encerraron en lo más alto de Orthanc,
en el sitio donde Saruman acostumbraba mirar las estrellas. No hay otro modo de
descender que por una estrecha escalera. Y el valle que en el pasado había sido
hermoso, estaba lleno de lobos y orcos, pues Saruman estaba alistando una gran
fuerza para el servicio de su nuevo amo. [171] No tenía ninguna posibilidad de
escapar, y mis días fueron de amargura. Disponía de poco espacio para
moverme, y me pasaba las horas cavilando sobre la llegada de los Jinetes al
Norte. Pero siempre existía la esperanza de que Frodo se hubiese puesto en
camino como le había pedido, y que llegara a Rivendel antes de que comenzara
la ineludible persecución. Sin embargo, tanto mi esperanza como mi miedo
resultaron infundados. Pues cometí el error que otros habían cometido. Todavía
no comprendía que en la Comarca el poder de Sauron se detendría y la caza
fracasaría. Y mi esperanza se basaba en un posadero: uno de los mejores del
mundo, pero que no servía para ser una herramienta en asuntos elevados.
—¿Quién envió las águilas? —preguntó Frodo con ansiedad, pues de repente
el sueño extraño que tuvo había vuelto a él.
Gandalf lo miró asombrado. —Pensé que querías saber qué me había
sucedido —dijo—. Pero pareces saberlo y no necesitas que relate mi historia…
—Tus palabras me han recordado un sueño —dijo Frodo—, algo que yo creí
sólo un sueño y que había olvidado.
[172]
—Bueno —repuso Gandalf—. Tu sueño fue verdad. Gandalf fue cazado