Page 236 - La Traición de Isengard
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poco.
        [Antes de que transcurriera mucho tiempo Hathaldir regresó al flet y se sentó
      cerca del borde con el arco preparado. Frodo se incorporó y se arrastró hasta el
                        [307]
      borde  para  mirar  hacia  el  suelo.]    Sin  embargo,  la  impresión  de  peligro
      inmediato no lo dejó. Al contrario, se hizo más fuerte. Se arrastró hasta el borde
      del  flet  y  miró  hacia  el  suelo.  Estaba  casi  seguro  de  que  podía  oír  unos
      movimientos furtivos, lejos, al pie del árbol. No eran elfos, lo temía, pues la gente
      de los bosques no hacía ningún ruido al moverse (eran tan silenciosos y hábiles
      que despertaban incluso la admiración de los hobbits). Y parecía haber un sonido
      como  si  husmearan.  Algo  estaba  arañando  la  corteza  del  árbol.  Se  quedó
      tumbado, mirando hacia abajo y reteniendo el aliento. Algo trepaba y respiraba
      con un ruido siseante y apagado. Luego vio dos ojos pálidos que subían, junto al
      tronco.  Se  detuvieron  y  miraron  hacia  arriba,  sin  parpadear.  De  pronto  se
      volvieron y una figura indistinta bajó deslizándose por el tronco y desapareció
      por el otro lado. Casi enseguida Hathaldir llegó trepando.
        —Había algo en este árbol que nunca vi antes —dijo—. No era [269] un orco
      [sic]. Pero [no] tiré, pues no estaba seguro, ya que no podemos arriesgar una
      batalla.  Huyó  tan  pronto  como  yo  toqué  el  tronco  del  árbol.  Había  una  gran
      compañía  de  orcos.  Cruzaron  el  Nimrodel  (malditos  sean  por  contaminar
      nuestras aguas) y continuaron la marcha… aunque parecían seguir algún rastro,
      y  pararon  durante  un  rato  buscando  a  ambos  lados  del  sendero  donde  os
      detuvisteis  anoche.  No  nos  arriesgamos  a  una  batalla,  tres  contra  cien,  y  no
      disparamos, pero Orfin ha regresado por caminos secretos a nuestro pueblo. Si
      podemos evitarlo, ninguno de los orcos saldrá jamás de Lórien. Habrá muchos
      elfos  ocultos  [?  junto]  al  Nimrodel  antes  de  que  caiga  otra  noche.  Pero  ahora
      también nosotros debemos tomar el camino tan pronto como amanezca.
        El día asomó pálido en el Este. A medida que la luz crecía se filtró entre las
      hojas doradas del mallorn, y a pesar del frío viento del amanecer que soplaba,
      parecía ser el sol de una fresca mañana de estío. El cielo azul claro se mostraba
      entre las hojas mecidas por el viento. Subiendo por una rama delgada que salía
      del flet, Frodo vio todo el valle hacia el sur y el este de la sombra oscura de las
      montañas, extendido como un mar de oro rojizo que ondulaba dulcemente en la
      brisa.
        [Cuando  hubieron  comido  la  dulce  comida  de  los  elfos,  guardando  sus
      menguantes raciones,] La mañana aún era joven y fría cuando / la Compañía se
      puso de nuevo en camino guiada por Hathaldir. Rhimbron se quedó de guardia en
      el flet. Frodo miró hacia atrás y captó un destello blanco entre los troncos grises
      de los árboles.
        —¡Adiós, Nimrodel! —exclamó Legolas.
        —Adiós —dijo Frodo.
        Le pareció que nunca había oído un sonido tan musical como el de aquellas
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