Page 237 - La Traición de Isengard
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aguas: siempre cambiando de melodía, y no obstante, tocando la misma música
interminable.
Durante un tiempo siguieron el sendero hacia el este [léase oeste] [308] del
Raíz Negra, pero pronto Hathaldir se desvió a un lado y se detuvo junto al río a la
sombra de los árboles.
—Hay alguien de mi pueblo al otro lado del arroyo —dijo—, aunque no
podéis verlo. Pero yo veo el destello de sus cabellos en la sombra.
Llamó silbando bajo como un pájaro, y un elfo salió de [270] entre los
troncos de los árboles; estaba vestido de gris, pero teñí la capucha echada hacia
atrás. Hathaldir arrojó hábilmente un cuerda gris por encima del agua. El otro la
alcanzó y ató el extremo a un árbol cerca de la orilla.
—El río ya tiene una corriente poderosa aquí —dijo Hathaldir—. No es
ancho, pero sí demasiado profundo para vadearlo. Y es muy frío. No ponemos el
pie en el Morthond a menos que estemos obligados. ¡He aquí cómo cruzamos!
¡Seguidme!
Amarró un extremo de la cuerda a otro árbol, se subió a ella y corrió por
encima hasta el otro lado, como si se encontrara sobre un sendero firme.
—Yo podría cruzar así —dijo Legolas—, pero sólo con cautela ya que no
poseemos esta habilidad en el Bosque Negro; pero los otros no podrán. ¿Tendrán
que nadar?
—No —dijo Hathaldir—. Tenderemos otras dos cuerdas. Las ataremos por
encima de la otra, una a la altura del hombro y la segunda a media altura; luego,
con cuidado, podrán cruzar.
Los Elfos tensaron las cuerdas fuertes y grises a través de la corriente.
Entonces, Aragorn cruzó primero, despacio, agarrando la cuerda superior.
Cuando llegó el turno de los hobbits, Pippin fue el primero. Era de pies ligeros y
cruzó rápidamente, sosteniéndose sólo con una mano a la cuerda más baja.
Merry, al tratar de emularlo, resbaló un momento y quedó colgando sobre el
agua. Sam avanzó arrastrando los pies, lenta y precavidamente, detrás de Frodo,
mirando las aguas remolineantes bajo sus pies como si fueran un precipicio de
muchas brazas. Gimli y Boromir fueron los últimos.
Cuando todos hubieron cruzado, Rhimbron [309] desató los extremos de las
cuerdas y arrojó dos a la otra orilla. Entonces, recogiendo la otra, regresó al
Nimrodel para mantener la guardia en su puesto.
—Ahora —dijo Hathaldir—, habéis entrado en el Enclave, Nelen [310] lo
llamamos nosotros, que se encuentra en el ángulo entre el Raíz Negra y el
Anduin, el Río Grande. No permitimos que ningún extraño camine por aquí si
podemos evitarlo, ni que se adentre en el ángulo, donde [están nuestras moradas
>] vivimos. Tal como se acordó, aquí vendaré los ojos a Gimli, el enano; los otros
pueden andar libremente hasta que nos acerquemos a nuestras moradas ocultas.