Page 257 - La Traición de Isengard
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Compañía, viniendo desde el norte, bajaría por el lado occidental… como lo hizo
en CA (p. 487). Aquí, por otro lado, la ciudad se alzaba « a la derecha como una
nube verde» , las puertas de la ciudad « miraban al este» .
Tanto Galadriel como Keleborn todavía tenían el cabello largo y blanco (pp.
274, 288), aunque esto se cambió pronto para hacer que el de Galadriel fuera
dorado. Al igual que en el fragmento reescrito del [301] primer borrador,
« Aragorn» es saludado por Keleborn como « Ingold, hijo de Ingrim» (p. 289 y
nota 335), e Ingold es su nombre en el texto tal como se escribió en apariciones
posteriores en el capítulo. [360] Keleborn le dice las mismas palabras que en el
primer borrador: « Tu nombre me es conocido, aunque jamás en todos tus viajes
has buscado mi casa» , y todavía no se registra ningún saludo a Legolas, como sí
sucede en CA, donde es llamado « hijo de Thranduil» .
En las primeras palabras de Keleborn a la Compañía, aquí dice: « Vuestro
número debería ser de nueve: eso dijeron los mensajes. ¿Los habremos
confundido? Eran borrosos y difíciles de leer, pues Elrond se encuentra muy
lejos, y la oscuridad se agrupa entre nosotros: incluso este año se ha hecho más
profunda» . Entonces, interviene Galadriel: « No, no hubo error…» (véase nota
336). Pero, lo más notable aquí es que la historia e importancia del Balrog de
Moria aparecen por primera vez (véanse p. 218, y p. 289-290 y nota 340). El
pasaje en la presente versión es como sigue:
Entonces Ingold contó todo lo que había ocurrido en el paso de Caradras, y en
los días que siguieron; y habló de Balin y del libro, y de la lucha en la Cámara de
Mazarbul, y el fuego, y el puente angosto, y la llegada del Balrog.
—Por lo menos, ése es el nombre que le dio Legolas —dijo Ingold—. No sé
qué era, salvo que parecía a la vez oscuro y llameante, terrible y fuerte.
—Era un Balrog —dijo Legolas—, de los azotes de los elfos, el más mortal,
excepto el Uno, que reside en la Torre Oscura.
—¡Un Balrog! —exclamó Keleborn—. Vuestras noticias se hacen más
funestas. Desde los Días de la Huida no había oído que una de esas cosas
malignas anduviera suelta. Temíamos que ése durmiera bajo Caradras. Los
Enanos jamás me han contado la historia de aquellos días, pero creemos que fue
un Balrog al que despertaron hace mucho tiempo, cuando sondearon demasiado
profundamente bajo las montañas.
—En verdad que sobre aquel puente vi al que se nos aparece en las peores
pesadillas, vi el Daño de Durin —dijo Gimli en voz baja, y el terror estaba en sus
ojos.
—¡Ay! —dijo Keleborn—. De haber sabido que los Enanos habían
reanimado de nuevo ese mal en Moria, te habría prohibido que cruzaras las
fronteras del norte, a ti y a todos los que te acompañaran… [302]